Hacia una economía estabilizada
La mejora económica que anunciaban algunos indicadores adelantados empieza a confirmarse de forma efectiva. El último informe de coyuntura del Banco de España, publicado ayer, muestra la radiografía de una economía que ha conseguido por fin echar el freno y moderar significativamente su acelerado ritmo de caída. Los datos del regulador bancario, todavía incompletos, apuntan a que el PIB español sigue en contracción, pero ha disminuído solo un 0,1% en tasa intertrimestral, lo que supone una tasa interanual de -1,8%. Los motivos que explican este buen comportamiento son, en primer lugar, el fuerte y saludable tirón que mantiene el sector exterior, así como una ligera moderación en el deterioro de la demanda interna. El informe vuelve a confirmar que las exportaciones de bienes y servicios se han convertido en el principal motor de nuestra economía en estos momentos y en una esperanza crucial para salir adelante de la coyuntura en que España está inmersa. También son destacables los signos de mejora en la evolución de la demanda interna, pese a que tanto las empresas como las familias siguen soportando el lastre de su exceso de endeudamiento y los rigores del proceso de consolidación fiscal. A falta de que hoy se publiquen los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), con la incógnita añadida de conocer si el desempleo se sitúa ya por debajo de la barrera de los seis millones de parados, todo apunta a que la economía española ha dejado atrás la parte más oscura de la crisis y avanza hacia la estabilización. Los síntomas de mejora en el empleo que se han ido sucediendo en los últimos meses permiten hablar de una cierta consolidación también en este ámbito. Entre abril y junio, la Seguridad Social acumuló 212.000 cotizantes y suma ya cuatro meses consecutivos de incrementos. También en las oficinas públicas de empleo hay datos esperanzadores, con una reducción de algo más de 270.000 desempleados.
Pese a ello, es mucho el esfuerzo que aún tenemos por delante y son varias las asignaturas que deben completarse. Tras la moratoria concedida por la Comisión Europea para cumplir con el ajuste fiscal, la carrera contrareloj emprendida por España amenaza con dejar de ser un sprint y convertirse en una competición de fondo. Sin duda, la decisión de agotar la prórroga dada por Bruselas es legítima, cuestión distinta es que sea conveniente. El esfuerzo que han realizado todos los españoles para lograr la consolidación fiscal no debería ralentizarse, sino completarse lo antes posible. Tampoco debe relajarse la tutela y, en su caso, la corrección de las importantes reformas coyunturales aprobadas hasta el momento. Y en el tintero queda todavía uno de los grandes retos que España tiene de cara al futuro: sentar las bases de un nuevo y más competitivo modelo productivo.