Una ingeniería en horas bajas
El largo y dificultoso invierno que están viviendo las empresas relacionadas con infraestructuras y construcción no parece tener un pronto final. El recorte presupuestario en la obra pública ha golpeado con dureza a las constructoras, suministradores e ingenierías españolas, que se han visto sumidas en una crisis sin precedentes. El último episodio ha recaído sobre las empresas de ingeniería que prestan la asistencia de obra, esto es, la supervisión y el control de los proyectos de infraestructuras públicas. La empresa pública responsable de las infraestructuras ferroviarias en España –Adif– ha comunicado a estas compañías su intención de prolongar sine die los contratos de supervisión que están a punto de expirar y hacerlo, además, a precio cerrado y con la inclusión de posibles imprevistos. La iniciativa pretende reducir gastos, pero supone un violento mazazo para un sector que está siendo muy castigado por los embates de la coyuntura económica. Además, el desequilibrio que se introduciría entre ambas partes si se lleva a cabo la iniciativa dejaría a las ingenierías en una precaria situación contractual. El sector de la ingeniería española constituye una industria competitiva en horas bajas. Sería un error contribuir aún más a la caída de este sector en lugar de tratar de facilitar su lento proceso de recomposición.