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Empresas vintage

Más de cuatro décadas pagando sin dinero

La tarjeta de crédito desembarcó en España en 1972. Inicialmente dirigida a la clase ejecutiva, cuarenta años después, su uso se ha normalizado entre la clase trabajadora

Juande Portillo

Pagar con plástico, pagar sin llevar dinero efectivo encima, es hoy una de las costumbres más extendidas entre los compradores españoles. Pasar la banda magnética o introducir el chip de la tarjeta de crédito en el lector son, sin embargo, gestos que podrían tener los días contados ante el avance de las nuevas tecnologías de pago sin contacto o vía smartphone. Sin embargo, el hecho mismo de abonar cualquier transacción con tarjeta era cosa de ciencia ficción en España no hace ni medio siglo.

No fue hasta comienzos de los años setenta cuando la tarjeta de crédito desembarcó en el país, y en media Europa, tras su éxito en Estados Unidos. En España, fue Banco de Bilbao –que con el paso del tiempo se convertiría en el BBVA– la primera entidad en comercializarla gracias a un contrato con el Bank of America sellado el 14 de julio de 1970.

El proceso de adaptación, que supuso toda una revolución en el negocio del crédito bancario, se alargó casi dos años. El acuerdo de la entidad española con la estadonidense incluía asesoramiento técnico para la mecanización, el control computerizado y su comercialización, o la cesión de 40 programas de ordenador a cambio del pago de unos 150.000 dólares de la época en un periodo de cinco años. Finalmente, en abril de 1971 se lanzó la primera tarjeta de crédito bajo eslóganes publicitarios como “compre aquí sin dinero” o “el crédito de bolsillo”.

Inicialmente, el producto solo estaba disponible en Madrid y Barcelona, donde se distribuía acompañada de un manual de instrucciones. A finales de 1971 ya había en circulación 215.000 tarjetas. Hubo que esperar al año siguiente para extender su uso a otras 15 provincias: Alicante, Almería, Baleares, Cádiz, Castellón, Granada, Las Palmas, Málaga, Murcia, Navarra, Sevilla, Tenerife, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Para entonces, la firma ya operaba con dos importantes clientes, Iberia y el Corte Inglés. Las tarjetas, sin embargo, no eran aún lo que hoy en día. Su duración era de seis meses y el crédito máximo mensual, salvo excepciones, estaba topado en 25.000 pesetas, con una amortización mínima del 10%.

Su móvil es la tarjeta del mañana

La revolución tecnológica que supuso pagar introduciendo una tarjeta de plástico en un lector está quedando superada en la actualidad por la tecnología contactless, que permite el pago sin contacto. Una posibilidad que se va extendiendo y que VISA Europe estima que supondrá ya el 50% de las operaciones de pago para 2020. En España, a cierre del primer trimestre, existían ya casi tres millones de tarjetas de este tipo y se espera que la cifra casi se duplique en un año. Las compañías de medios de pago defienden que el sistema es seguro, ya que solo funciona al pasar la tarjeta a escasos centímetros del lector, cuenta con los datos personales indispensables del titular y esta topada para impedir transacciones de alto importe. El paso siguiente es el de aprovechar la tecnología contactless para los teléfonos móviles que, ya consagradas como agenda, ordenador o GPS de bolsillo, se prometen como la tarjeta de crédito del mañana. “Los pagos desde dispositivos móviles son capaces de hacer más cosas de las que se hacen hoy con una tarjeta. Pueden ofrecer la posibilidad de realizar pagos P2P entre particulares;cuentan con el potencial de integrar programas de fidelización por suscripción y alojarán aplicaciones de servicios bancarios vía internet cada vez más potentes”, ilustran desde VISA. Existen ya en el mercado 80 smartphones y periféricos adaptables a esta tecnología, con lo que la adopción de esta nueva funcionalidad parece solo cuestión de tiempo.

El medio, inicialmente dirigido al colectivo empresarial y viajero, terminó generalizándose para todo el sector financiero español en la década siguiente y convirtiéndose en un producto de uso cotidiano de la clase trabajadora en general.

Este arraigo corrió en paralelo a la consagración internacional de este medio de pago, gracias al paso de los sistemas americanos a las tarjetas globales a finales de los setenta. Para 1976, la tarjeta había sido ya introducida en 110 países, contaba con 46 millones de usuarios, movía un volumen de negocio superior a 15.000 millones de dólares y contaba con más de dos millones de establecimientos asociados y más de 42.000 oficinas bancarias que utilizaban la tarjeta. Aquel mismo año nacía VISA, con una vocación global que también buscaría Mastercard tres años después.

En España, la progresiva difusión de la tarjeta de crédito y su cada vez mayor democratización entre la clase trabajadora a lo largo de los años 80 derivó en la adopción de los múltiples modelos de cartas de pago que fueron proliferando en otros mercados. Así surgió la comercialización de las tarjetas Oro, con límites de crédito mucho más elevados que los habituales –o incluso sin ellos– o los modelos Platinum o Premier, con servicios adicionales como seguros, para clientes elitistas.

Un listón que siguió subiendo a escalas absolutamente exclusivas como en el caso de la Black Card o tarjeta Centurion, de American Express, a las que solo puede accederse por invitación personal de la firma. Después de todo, este tipo de tarjetas van asociadas a un asistente personal, asesoramiento financiero permanente y la posibilidad de conseguir reserva en los restaurantes más exclusivos del planeta con su simple mención.

Una tarjeta por español

Las tarjetas siguieron evolucionando, al crédito se sumó el débito, y de la tradicional banda comenzó a pasarse al chip, un sistema más seguro para usuarios y entidades. Y así, progresivamente, las tarjetas llegaron a hacerse tan populares en España que para el año 2007 había casi 1.000 tarjetas emitidas por cada 1.000 habitantes del país. Sin embargo, la crisis también ha pasado factura a este modelo de pago.

“Desde 2008 han desaparecido 7.420.000 tarjetas sumando crédito y débito”, concluye el informe anual en Tendencias en Medios de Pago elaborado por Tecnocom con el asesoramiento técnico de Analistas Financieros Internacionales (AFI). “Son dos los factores que explican esta dramática reducción. En primer lugar, la profunda crisis económica que está atravesando el país ha motivado que muchos españoles hayan reducido su número de tarjetas como una forma de controlar el gasto”, expone el informe. “En segundo lugar, las entidades financieras, al migrar a las tarjetas de estándar EMV (Europay-MasterCard-Visa, esto es, estándares para tarjetas con circuitos integrados) a las tarjetas sin contacto, que son más caras, no han reemitido las menos activas”, apunta el documento.

Y es esta nueva revolución, la de las tarjetas sin contacto –que no requieren ser introducidas en el lector–, así como la imparable diversificación de las aplicaciones para teléfonos móviles, que se dibujan como el próximo medio de pago universal, fundamentan lo que hoy parecer ser el próximo paso evolutivo del crédito de bolsillo. Los españoles llevan casi medio siglo usando la tarjeta. Aunque no está claro si seguirán usándola dentro de otros 40 años, parece claro que seguirán pudiendo pagar si llevar dinero encima.

Cronología

1914. La Western Union dio el primer paso hacia lo que terminaría siendo la tarjeta de crédito en 1914, cuando emitió unas pequeñas tarjetas de metal. Estas fueron entregadas como distinción a los clientes de mayor poder adquisitivo y mostrándolas recibían un trato diferenciado, así como la posibilidad de diferir los pagos sin cargo alguno.

1924. La General Petroleum Corporation emite tarjetas de crédito para el pago de suministros y gasolina.

1929. La American Telephone & Telegraph emite “Bell”, su propia tarjeta de crédito, un instrumento que de momento solo emplean compañías de vanguardia, como las energéticas o de comunicaciones, pero no la banca.

1949. El periodo de entreguerras, el crack del 29 y el estallido de la II Guerra Mundial retrasan nuevos avances en el campo de las tarjetas de crédito hasta 1949, cuando los abogados Ralph Schneider y Frank Mac Namara crean “Diners Club”, un avance sobre los modelos de los años 20 y 30. Esta incorpora descuentos para los comerciantes e inicia la emisión de los estados de la cuenta de forma mensual.

1951. El Franklin National Bank de Long Island, Nueva York, crea la primera tarjeta de crédito bancaria, un nuevo medio de pago que sustituye al dinero y moderniza el concepto de la concesión de crédito a particulares.

1958. Nace la American Express, especializada en el sector turístico, y Bank of America crea Americard.

1962. La tarjeta da el salto intercontinental con la creación de la Barclaycard.

1965. La banca americana comienza a agruparse para ofrecer el uso de tarjetas entre diferentes estados.

1971. La tarjeta de crédito llega a España.

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