Objetivo: consolidar la tendencia del empleo
El comportamiento del empleo en el mes de junio ha sido muy bueno porque España viene de una travesía desértica muy prolongada en materia de ocupación, con una crisis que dura ya seis dilatados años; pero ha sido menos bueno de lo que las expectativas generadas en las últimas semanas hacían preveer. Que el número de parados descienda en 127.248 personas en junio, que es la mayor cifra jamás registrada en un solo mes en toda la serie histórica del Ministerio de Empleo, genera optimismo en una población desanimada tras meses y trimestres de desolación en las estadisticas, aunque el avance real del empleo haya sido mucho más modesto, pues el número de cotizantes a la Seguridad Social solo ha avanzado en 26.853 personas. Las cifras se han quedado cortas respecto a la expectativa levantada por el marchamo de la variable ocupación en abril y mayo, y el crecimiento de la economía coherente con esta evolución habrá seguido siendo negativo, aunque se haya acercado mucho al 0%.
Pero un análisis detallado de lo ocurrido en los últimos meses ayuda a situar en su justo valor el desempeño del mercado de trabajo, y permite concluir que se ha iniciado el cambio de tendencia, y que la destrucción sistemática de empleo alternada con gerenación coyuntural, se ha tornado en creación sistemática de empleo, aunque modesta, alternada con pérdidas estacionales. Es la primera vez desde 2006, cuando la economía crecía un 4% al calor de la avalancha de crédito barato, que se cierra el primer semestre con un descenso del paro registrado (nada menos que de 85.043 desempleados), y que los afiliados a la Seguridad Social son prácticamente los mismos el 30 de junio que el 31 de diciembre previo. E independientemente de que la caída de los desempleados registrados, un acto voluntario de los demandantes, pueda imputarse en parte al abandono temporal o definitivo del mercado, (detalle que solo la Encuesta de Población Activa determinará a finales de mes), este segundo trimestre podría convertirse en el mejor en términos de ocupación desde que se inició la crisis.
Aunque junio ha sido más pobre cuantitativamente hablando que junio del pasado año y por supuesto que mayo de este año, el avance de la ocupación se ha concentrado en una parte significativa en actividades manufactureras, en el comercio e incluso en la construcción, mientras que hasta ahora tales rúbricas de la contabilidad reflejaban pérdida de plantillas. Y aunque el avance de la afiliación esté parcialmente sesgado hacia las altas de trabajadores por cuenta propia, el trimestre totalmente considerado casi duplica el avance de los cotizantes respecto al tramo abril-junio de 2012, y por vez primera hay un fuerte avance del número de empresas cotizantes repartido en todos los tamaños de plantilla, aunque con mayor concentración en las de pequeño tamaño. Todos los datos apuntan, pues, a un virage del mercado de trabajo.
Las reformas realizadas hasta ahora, las de todos los mercados (financiero, laboral, sistema de pagos) han devuelto la confianza a la economía, aunque persistan dudas sobre la recuperación y la consistencia que tendrá ésta cuando llegue. Para despejarlas el Gobierno tiene que seguir con el guión que ha marcado y agotar todos los cambios regulatorios este año (eléctrico, administrativo, educativo y pensiones) para ensanchar el crecimiento potencial y recuperar unos costes de financiación más acordes con las necesidades de crecimiento de la economía.
Las pequeñas y las medianas empresas insistieron ayer en la asamblea general de su patronal, Cepyme, en desbloquear una financiación que solo las asiste ahora a cuentagotas, y en diseñar una fiscalidad para el emprendimiento y las pequeñas sociedades que estimule el negocio. Hoy el pacto hispano-alemán para financiar proyectos de pymes supondrá un paso adelante, como lo ha supuesto la aplicación del programa de ayuda comunitaria para el empleo juvenil. Pero las autoridades monetarias deben tomar alguna decisión sobre el uso de garantías bancarias para agilizar el crédito a las empresas, sobre todo las de pequeño tamaño, que pagan costes financieros que duplican el soportado por las alemanas o galas. En España, con un tejido pyme por encima de todo, es una decisión fundamental para convertir los indicios de cambio de tendencia en una recuperación sólida del crecimiento y del empleo.