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Croacia y sus 5.000 kilómetros de costa ingresan en la UE

Desde las 00:00 horas del 1 de julio, Croacia será miembro de pleno derecho de la Unión Europea, que suma así 28 socios. La incorporación de otra de las cinco repúblicas de la antigua Yugoslavia (Eslovenia ingresó en 2004) convierte en territorio comunitario cicatrices tan recientes como Krajina, Vukovar o Dubrovnik. Y lleva las fronteras de la UE hasta Serbia y Bosnia Herzegovina, marcada por heridas tan dolorosas como Srebrenica o Sarajevo.

Croacia espera que su adhesión a la UE le permita pasar definitivamente la página de la guerra. Y Bruselas confía en que sirva de incentivo para unos países vecinos donde todavía no está garantizada la estabilidad ni la convivencia pacífica.

El borrón y cuenta nueva, sin embargo, no será tan sencillo. En Croacia, según los informes de la CE, sigue habiendo carencias en el sistema judicial y en el respeto a las "minorías" étnicas dentro de sus fronteras. Y aun no se ha resuelto del todo el problema de los miles de serbios que huyeron durante la guerra de independencia, algunos de los cuales quieren regresar.

La situación económica tampoco ayuda, según el último informe de la CE. La recesión continúa golpeando, con una caída del crecimiento en 2012 del 2% y otra prevista para este año del 1%. Desde el comienzo de la crisis en 2008, el paro en Croacia se ha doblado hasta casi el 16% y la Comisión pronostica que este año llegará al 20%, con más del 45% en el caso de los menores de 25 años.

Las cuentas públicas también están descuajeringadas, con un déficit del 5% y una deuda pública que avanza rápidamente hacia el 60%, alimentada, según la CE, por una recaudación impositiva ochos puntos por debajo de la media europea (32% frente al 40%), una economía sumergida que rozaría el 40% del PIB y una importante presencia del Estado en 648 compañías, muchas de la cuales generan pérdidas o necesitan avales públicos.

Las negociaciones de adhesión (iniciadas en 2005 y concluidas en 2011) han impuesto la reestructuración de sectores como los astilleros o la siderurgia, con la privatización o desmantelamiento de parte de la industria.

El turismo es uno de los pocos sectores boyantes en un país que el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, define con una sola palabra, "Adriático" en el vídeo de bienvenida de los comisarios al país.

Las aguas de ese mar tranquilo bañan más de 5.000 kilómetros de costa escarpada (sumando 700 km lineales, más repliegues y litoral de las islas) y rodean a un millar de islas, algunas tan bellas como Korcula. El escenario natural se completa con una importante presencia de la cultura romana, veneciana, austrohúngara o turca, prueba de la agitada historia de un país que en 1991 rompió con Belgrado y en 2011 aprobó en referéndum (con el 66% de votos a favor) la integración en la Unión Europea.

Su ingreso se interpreta a veces como una amenaza para la industria turística española. Pero el temor parece exagerado. Croacia recibe la décima parte de turistas que España, según los datos de Eurostat. Y, según la misma fuente, no figura entre los tres primeros destinos de ningún socio de la UE (ni siquiera de la vecina Eslovenia), un ranking encabezado por España, Francia e Italia. Así que menos miedo, y ¡dobro dosla Hrvatska!

Las consecuencias institucionales o geopolíticas tampoco serán sustanciales para la UE. El actual Gobierno croata, dirigido por Zoran Milanovic (1966), del partido de centro-izquierda SDP, pretende alinearse con los países medianos como Finlandia o Dinamarca, partidarios de una Unión muy abierta económicamente y claramente orientada hacia la competitividad. El peso de Zagreb, sin embargo, no será determinante. Con 4,5 millones de habitantes, Croacia dispondrá de 7 votos en el Consejo Europeo de un total de 352.

Foto: Cartel de bienvenida a Croacia en el edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas (B. dM., 7 de junio 2013).

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