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Columna
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Una economía atascada

La economía sudafricana está atascada en la vieja política. El PIB real ni siquiera logró una tasa de crecimiento del 1% en el primer trimestre de 2013. Se queda en nada al lado de las economías estrella como Ghana y Nigeria, donde la expansión se encuentra en el 7%. Mientras los vecinos emergentes están dando la bienvenida a la inversión extranjera y a los pequeños negocios, los líderes de Pretoria están reviviendo las batallas pasadas.

El contraste con Ghana y Nigeria, e incluso con Zambia y Kenia, es duro. Para ser justos, por supuesto, Sudáfrica es mucho más rico –su renta per cápita en paridad de poder adquisitivo fue de aproximadamente 8.000 dólares en 2011, más de cuatro veces superior a la de los demás países citados –por lo que se puede esperar que crezca más lentamente. Sin embargo, el país sigue siendo más pobre que otras economías emergentes en América Latina y Asia, y cuenta con activos, como un sistema bancario que funciona bien y una infraestructura decente, que debería suponer una ventaja.

Los factores políticos explican al menos parte del déficit. Las economías más pequeñas y económicamente atractivas de África subsahariana se han convertido en democracias que funcionan relativamente bien con partidos políticos que, en general, alternan su influencia. El gobierno de Sudáfrica, por otra parte, sigue siendo dominado por el Congreso Nacional Africano –que en su momento fue un contrapeso crucial para el antiguo régimen del apartheid, pero que lleva casi 20 años atrincherado en el poder.

Sudáfrica presenta déficits sustanciales tanto en su presupuesto como en su balanza de pagos, y parece incapaz de rectificar ambos, mientras que la inflación, en el 5,9%, ya es más alta que los tipos de interés local y probablemente se acelerará con la debilidad de la moneda. Política y económicamente, es el momento de que el país tome nota de sus vecinos –que puede que por ahora sean más pobres, pero están ganando terreno rápidamente.

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