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Tribuna
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Un rayo de esperanza en medio de la tempestad

Ser emprendedor, como especifica el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa llevar a cabo con resolución acciones dificultosas o azarosas. Y lo cierto es que está definición no puede ser más acertada.

Los autónomos somos los verdaderos motores de la economía y los generadores de empleo y riqueza. Nos hemos convertido en el principal eslabón de la cadena para salir de la crisis.

Pero para ello necesitamos que las administraciones realicen actuaciones que permitan reactivar el consumo. Y lo que es más importante: que se establezcan vías de financiación para que surjan nuevos negocios o para que se mantengan los ya existentes, evitando con ello la destrucción de empleo en nuestro país.

No corren buenos tiempos para la lírica. Y mucho menos para los autónomos y emprendedores, que estamos siendo azotados con dureza por la lacra del desempleo, el descenso continuado del consumo en las ventas del comercio al por menor y por algunos otros problemas endémicos para el colectivo como son la falta de financiación, la morosidad, la economía sumergida y un elevado IVA e IRPF.

Todo ello hace que cada vez tengamos menor capacidad de maniobra para solventar las dificultades. Así como también impide que dispongamos de liquidez para afrontar con garantías la coyuntura económica actual. 

Por estos motivos, la Ley de Apoyo al Emprendedor, cuyo anteproyecto de Ley fue aprobado la semana pasada en el Consejo de Ministros, adquiere aún si cabe más protagonismo y se hace más necesario en una época en la que los autónomos casi siempre tenemos que remar contra corriente.

Evidentemente, las medidas contempladas en la citada Ley no van a ser el maná que solucione todos nuestros problemas. Pero supondrán un gran paso para los autónomos y los emprendedores. Traerán consigo una menor burocracia, apoyo a la internacionalización, incentivos fiscales y facilidades a la hora de obtener crédito, algo que desde la Federación de Organizaciones de Profesionales, Autónomos y Emprendedores (OPA) llevamos demandando desde hace mucho tiempo.

Pero es importante que la norma cuente con el apoyo financiero necesario para que se puedan llevar a cabo todas las medidas que contempla y para que se favorezca y facilite el crédito a los autónomos.

La Ley de Emprendedores debe abordar también con firmeza la economía sumergida y el alto índice de morosidad, por lo que es necesario que se cumpla escrupulosamente la Ley de morosidad y que, a partir de ahora, se empiece a pagar con puntualidad.

Actualmente, el autoempleo se ha convertido en la principal salida al mercado laboral, y es una de las claves de la recuperación económica. Pero es importante que la acción de emprender se realice de forma adecuada, con un proyecto y un estudio serio de viabilidad de empresa, y no se utilice como una desesperada vía de escape ante la crisis. El autónomo que se hace por necesidad tiene un 50% de fracaso asegurado.

Esperemos que la Ley de apoyo al Emprendedor consiga reanimar al colectivo.

Y es que los autónomos y emprendedores requerimos que se pase de la palabra al hecho. Y para ello es necesario que todas las actuaciones anunciadas por las administraciones se apliquen en el mismo instante en el que sean aprobadas.

Conviene recordar que, durante el último año, más de 600.000 profesionales se han dado de baja en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), dependiente de la Seguridad Social.

Los autónomos tenemos una gran importancia dentro del conjunto de la economía, ya que representamos el 90% del tejido empresarial español y creamos el 80% de los puestos de trabajo estables y de calidad. Pero en estos momentos nos encontramos ante una situación límite, asfixiados ante la falta de financiación. Ya no podemos esperar más.

Camilo Abiétar Rubio es presidente de la Federación de Organizaciones de Profesionales, Autónomos y Emprendedores (OPA).

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