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Tribuna

¿Podemos permitirnos destruir más empleo?

Es innegable que, por su amplia y variada oferta, el ocio nocturno en España goza de fama internacional, constituyendo uno de los principales atractivos de nuestro país. Así, en las últimas décadas el ocio nocturno nacional se ha convertido en producto turístico más, comparable con el turismo gastronómico o cultural, con un peso importante dentro del sector en España y con amplísima aceptación entre los visitantes extranjeros. Un tipo de turista que busca una oferta nocturna exclusiva y variada, basada en locales de diseño y en la innovación de productos y servicios, como es el caso de la coctelería de calidad. De hecho, se estima que el 13% del presupuesto de los turistas extranjeros en España se destina a bebidas alcohólicas, destacando sobre todo su gasto en bebidas espirituosas.

En el difícil contexto económico actual, en el que turismo extranjero parece repuntar y empujar al sector del ocio que constituye uno de los pocos sectores capaces de tirar de la economía nacional, una subida de impuestos especiales a las bebidas espirituosas tendría un fuerte impacto en este sector, ya que el 77% del consumo de espirituosos se realiza a través de establecimientos de ocio nocturno y hostelería, y el 40% del gasto que el consumidor de bebidas destiladas realiza se aglutina sobre todo en locales de ocio nocturno. Si tenemos en cuenta que el consumo de bebidas espirituosas en el ocio nocturno ha caído un 53% en los últimos cinco años, es fácil comprender que tanto la hostelería nocturna como el propio sector de bebidas destiladas sufrirían gravemente las consecuencias de una nueva subida impositiva. Sin olvidar que este perjuicio arrastraría a otros sectores punteros como el turismo.

Para los empresarios que componen el sector del ocio nocturno es el momento de incentivar el consumo, apoyar a los emprendedores y explotar la importancia turística, económica y social del ocio nocturno de nuestro país en lugar de acumular tasas e impuestos, que lejos de tener un efecto recaudatorio están arruinando la actividad de las pymes y provocando la pérdida de puestos de trabajo. El anuncio de nuevas tasas verdes a los envases y al reciclaje anunciado en determinadas comunidades autónomas, son ejemplos de una situación insostenible cuyas repercusiones deben hacerse llegar a la administración.

Colateralmente al problema económico, la aplicación de nuevos impuestos que dificultan el consumo solo pueden provocar el deterioro y la desregulación del consumo de bebidas espirituosas y el incremento del fenómeno de los macrobotellones, la venta clandestina de alcohol por parte de los lateros que proliferan cada vez más en las principales capitales españolas y la celebración de las fiestas privadas en las casa que generan graves problemas de convivencia ciudadana, y que poco repercuten en la economía nacional.

La cultura española está ligada a la socialización en el consumo de alcohol, un hecho favorecido tanto por el clima de nuestro país, como por la pujante industria hostelera nacional, que constantemente innova en la oferta dirigida al consumidor, y propicia patrones de responsabilidad en el consumo. No podemos ahogar a este sector con más tasas. Ha llegado el momento de hacer un esfuerzo colectivo por la conservación de nuestra cultura, y por la imagen que nuestro sector proyecta en el extranjero.

Tenemos que prescindir de la idea, ya obsoleta, de que la única forma de aumentar la recaudación está necesariamente ligada a subidas impositivas. Este es el camino más fácil, pero no es necesariamente el más eficaz (como se demostró con la subida del IVA el pasado mes de septiembre que sólo contribuyó a ingresar un 2,4% más por este concepto). Ha llegado el momento de mostrarse abierto a explorar otras vías, a hacer reformas estructurales y, sobre todo, a ayudar a los sectores que han demostrado ser capaces de generar ingresos incluso en tiempos de crisis.

Muchas son las voces en diversos países de la Eurozona que claman por una reactivación del consumo mediante una reducción impositiva, generando mayor confianza en la sociedad, que vería cómo su renta disponible aumenta, y así genera nuevos ingresos para el país. Del mismo modo, el sector turístico mantendría su competitividad con respecto a otros destinos emergentes, cuyas condiciones fiscales resultan mucho más atractivas.

El sector del ocio nocturno nacional representa a más de 25.000 empresas, lo que supone un 1,5% del PIB nacional. En un país en el que la tasa de paro ronda el 26% ¿podemos permitirnos destruir más empleos? ¿Conviene dañar inexorablemente a un sector que ha demostrado su capacidad de generar riqueza? Pensémoslo detenidamente.

ProNOCHE, la alianza empresarial por el ocio y el turismo de España

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