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Investigación

¿Qué ocurre en nuestro cerebro antes de padecer alzhéimer?

CITA-Alzheimer de San Sebastián desarrolla un proyecto puntero para encontrar avisos tempranos de la enfermedad

Un pequeño equipo de investigadores en San Sebastián se enfrenta a un gran reto. Quieren encontrar marcadores (o alertas) para pacientes que empiezan a padecer alzhéimer sin mostrar síntomas. Para eso, mediante el proyecto GAP (Guipúzcoa Alzheimer Project) escudriñan todo lo que ocurre en el cerebro de 450 voluntarios sanos que les puedan dar pistas.

Una decena de investigadores pertenecen a la Fundación CITA-Alzheimer, una entidad ubicada en el Parque Tecnológico de San Sebastián. CITA (Centro de Investigación y Terapias Avanzadas) nace por iniciativa de una familia de industriales guipuzcoanos que prefieren permanecer en el anonimato, quienes dotan de recursos al centro. También han participado con fondos en su lanzamiento, en 2011, el entonces Ministerio de Ciencia, la Diputación provincial y, sobre todo, la Obra Social de la Kutxa.

Durante los próximos 10 o 15 años realizarán pruebas cada dos años a los voluntarios, sanos o con leves pérdidas de memoria, para ver su evolución. Buscan armar un puzle con millones de datos que les ofrezca alguna posibilidad de encontrar alertas tempranas. “Cuanto antes se detecte la enfermedad y se ponga un tratamiento, mejor, porque los enfermos frenan el deterioro y se estabilizan”, explica Pablo Martínez-Lage, neurólogo e investigador de CITA. En la actualidad no se conoce la causa de esta enfermedad, para la que hay teorías que van desde los riesgos cardiovasculares, la genética o los herpes, hasta traumatismos. Incluso se atribuye a orígenes multifactoriales. Tampoco tiene cura, aunque existen en el mercado cuatro fármacos que retrasan la degeneración. Alrededor de un 15% de personas de entre 81 y 85 años sufre este mal, cifra que se eleva al 30% para mayores de 85. La edad aumenta la posibilidad de padecerlo, pero el envejecimiento no es una causa.

Esta demencia actualmente se detecta tras comprobar mediante una resonancia si existen depósitos de materia beta-amiloide en el cerebro, tras una punción lumbar para detectar este péptido en el líquido cerebroespinal, además de un test psiconeurológico. Pero muchos pacientes llegan tarde, cuando hay pocas probabilidades de frenar el avance de la enfermedad.

CITA tiene un equipo de resonancia de Siemens más nítido y rápido

Los voluntarios de CITA sufren una verdadera batería de pruebas. Multitud de test sobre hábitos de vida, análisis, una punción lumbar y resonancias. Para ello, el centro cuenta con un equipo de resonancia de Siemens, Magnetom Trio, que al ser de tres teslas (solo hay cuatro en España con esa capacidad), permite mucha más nitidez y rapidez a los investigadores. Cada dos segundos, los científicos tienen imágenes de lo que ocurre en el cerebro del paciente. Por ejemplo, se pide al voluntario que relacione imágenes mientras se va capturando información de cómo funcionan sus conexiones, cómo es su reacción, la química del cerebro o de la memoria. “Durante año y medio hemos recogido muchos datos. Intentamos ver cuáles de esas mediciones servirán en un futuro como marcadores”, apunta Ernesto Sanz Arigita, biólogo, doctor en Neurociencia y corresponsable del proyecto.

Uno de los síntomas de la patología es la atrofia del cerebro, lo que produce pérdida de volumen. “Queremos combinar los datos recogidos sobre la atrofia, las conexiones, la parte funcional y sobre las redes cerebrales”, cuenta este biólogo. El futuro de esta investigación pasa por encontrar protocolos para los hospitales que posibiliten una detección temprana. ¿Pero cuáles serán esas alertas? “No descartamos nada. Estamos en una fase muy inicial. Puede ser relacionar la beta-amiloide con otro factor, como pueda ser la conectividad en el cerebro. O detectar con un análisis de sangre la beta-amiloide u otra proteína”, describe Martínez-Lage. De momento, cuentan con millones de datos de las pruebas que acaban de terminar en la primera fase del estudio.

Para el próximo año, los científicos de CITA pretenden presentar unos resultados parciales obtenidos de los primeros test. “Al menos sobre los factores de riesgos más obvios y sobre la relación entre el patrón de actividad y la atrofia en el cerebro”, avanza el neurólogo. Hasta ahora, en el 8% de los voluntarios han detectado la presencia de la proteína beta-amiloide, lo que no quiere decir que vayan a desarrollar la enfermedad. Pero valoran cómo decírselo a los participantes, al menos a aquellos que quieran saberlo.

Los pacientes llegan demasiado tarde

La razón principal de la existencia de CITA viene del hecho de que la mayoría de los afectados de alzhéimer son diagnosticados demasiado tarde. “La mitad de los enfermos se detectan en una fase moderada”, explica el neurólogo Pablo Martínez-Lage. Un estudio del centro a familiares de pacientes y médicos, cuyos datos todavía no se han presentado públicamente, muestra que ni los cuidadores ni los profesionales reaccionan a tiempo.El 20% de los encuestados cree que si el enfermo repite continuamente las mismas preguntas es cuestión del envejecimiento y no de una demencia. Los médicos piensan que el 50% de sus pacientes están infradiagnosticados y reconocen que no lo hacían correctamente por inseguridad ante el diagnóstico, pero un 42% confiesa que una razón es que no se sienten cómodos dando malas noticias.Casi la mitad de los cuidadores preguntados tarda entre seis y doce meses en llevar al afectado al especialista, y dan como razón las listas de espera, que el médico de cabecera pensó “que no era nada” (en un 17%), que era síntoma de la edad (13%) o era una depresión. Entre los consultados, el 94% dice querer saber si padece alzhéimer, porque un tercio de ellos sentiría alivio.“No es excusa que los médicos no quieran dar malas noticias, porque los enfermos sí quieren saberlo”, reflexiona. “Hay una labor importante de formación de los médicos ya que el diagnóstico temprano es muy importante para tratar pronto”.

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