La banca sana se hace con los depósitos de las entidades intervenidas
Los primeros tres meses del año han estado marcados por la rebaja de las rentabilidades de los depósitos. A comienzos de enero Luis María Linde sugirió el establecimiento de límites a los tipos de interés de depósitos, pagarés y cuentas remuneradas. Tan solo hicieron falta un par de semanas para que la banca ajustara su oferta.
La actitud adoptada por el regulador ha permitido acabar con las posibles ventajas de las entidades intervenidas respecto a las saneadas. Ahora en principio todas están en igualdad de condiciones y con unos tipos tan bajos, el ahorrador empieza a mirar más allá de la remuneración. A la hora de depositar sus dinero se decantan por las firmas con les transmiten una mayor apariencia de seguridad y en este apartado el ratio de capital core Tier 1 juega un papel destacado.
Esta tendencia tiene su reflejo en las cuentas del primer trimestre dadas a conocer por las entidades a lo largo del mes abril. En ese periodo del año el saldo total de los depósitos de la clientela de BBVA, Santander, Bankinter, CaixaBank, Popular, Sabadell, Bankia, Liberbank, BBK, Unicaja, Ibercaja y Novagalicia ascendía 932.837 millones de euros, es decir, un 1% superior al saldo registrado a finales de 2012. En aquel momento la cifra de depósitos ascendía a los 923.489 millones de euros.
De las doce entidades, la que ocupa el primer puesto en cuanto a volumen de depósitos es Santander con 197.464 millones de euros. En los tres primeros meses del año la cantidad ha aumentado un 5,4%.Este incremento se ha repetido en firmas como BBVA (3,6%), CaixaBank (5,9%), Popular (13,8%), Sabadell (3,2%), Ibercaja (1,6%), Liberbank (1,2%) o Unicaja (1%).
La cara opuesta la representan bancos como Bankia o Novagalicia, dos entidades que recibieron ayuda para garantizar su solvencia y borrar cualquier atisbo de duda que pudieran generar.
En el caso de Bankia la caída ha sido tan solo del 2,8% al pasar de los 95.334 millones de euros que tenía a cierre de 2012 a los 92.589 millones que registraba el 31 de marzo de 2013. La razón de este descenso se debe a “disminución de los volúmenes de créditos” y “a la menor necesidad de financiación de las carteras crediticias en estos primeros meses del año”, según lo recogido en el informe de resultados de marzo de 2013.
Esta bajada es similar a la sufrida por Novagalicia. La entidad, que a partir de 2011 pasó a ser propiedad del Frob, es la que ha sufrido la caída de depósitos más acusada. En concreto, y de acuerdo a los datos divulgados por el banco, en marzo de 2013 la cifra de depósitos a la clientela se situaban en los 36.380 millones de euros frente a los 38.808 millones que tenía a finales de 2012. Es decir, según estos datos en tan solo tres meses la cantidad ha mermado un 6,26%.
Sin embargo, una de las mayores sorpresas ha sido la de Bankinter. A diferencia de los dos anteriores, este superó las pruebas de estrés y no necesitó ayuda extra para sanear su balan, pero los resultados del primer trimestre están lejos de las anteriores. A pesar de gozar de una relativa mejor salud la caída acumulada entre enero y marzo es del 30%.De acuerdo a las cifras divulgadas por la entidad en diciembre la cantidad ascendía a 36.218 millones frente a los 25.568 de marzo de este año.
Dejando a un lado los datos propios de cada entidad y tomando como referencia los publicados por el Banco de España, a comienzo de 2013 los depósitos aumentaron menos de un 1% desde los 1.486.020 millones de euros que existían en enero a los 1.500.543 millones de marzo. Para el caso concreto de los referidos a los hogares, la tendencia es la misma, es decir, el ascenso no supera el 1% desde los 717.471 millones de euros de enero a los 724.105 millones de marzo.
De esta forma, las medidas propuestas por el Banco de España han dado sus frutos. Aunque tan solo se trató de una recomendación verbal, las entidades, temerosas de las sanciones que su incumplimiento traería consigo, han puesto en marcha rebajas.
La razón que argumentaba el regulador para llevar a cabo este cambio no era otra que evitar que las entidades se lanzasen a una batalla encarnizada para captar a nuevos clientes. Las rentabilidades que algunas entidades venían prometiendo parecían ser incompatibles con unos balances equilibrados. El regulador temía que en un intento de seducir a los ahorradores con tipos de interés muy elevados la cuenta de resultados se viera dañada, justo en un momento en que las entidades no atravesaban su mejor época.
Proteger a las entidades no es el único motivo que justifica el establecimiento de estos límites. En realidad, las recomendaciones buscaban impedir que las entidades que habían recibido ayuda continuaran comercializando unos productos que poco tenían que ver con su situación real. Los bancos sanos veían que no podían competir con unos rivales a los que se les había inyectado el dinero necesario para acabar con el déficit de capital. Es decir, se encontraban en una clara situación de inferioridad. Una situación que, en principio, se ha corregido.