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Editorial

A más gasto, más presión fiscal

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ultima estos días los detalles de la subida impositiva que afectará al tabaco y a las bebidas destiladas. Ni los hidrocarburos ni la cerveza ni el vino están incluidos en una medida que supone la cuarta subida fiscal decretada por el Gobierno para el tabaco y un duro golpe para la industria de bebidas espirituosas. Pero no solo los fabricantes de estos productos han recibido mal la noticia. La industria hotelera asegura que un aumento fiscal sobre las bebidas destiladas provocará la pérdida de 30.000 empleos. Aunque resignada ante una medida que Montoro anunció en abril, la patronal de bebidas espirituosas reclama que la subida sea más moderada y que afecte a todas las bebidas alcohólicas.

El rechazo al incremento impositivo por parte de las patronales no solo es previsible sino también lógico y razonable. Como también es razonable y lógico recordar que España se encuentra en un momento de una grave excepcionalidad económica que se traduce en una más que urgente necesidad de aumentar los ingresos fiscales y de compartir los sacrificios. Ni la industria tabaquera ni el sector de destilados ni la hostelería pueden sustraerse a esa dura carga que en estos momentos recae sobre todo el país.

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