_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Alivio en Malasia, a corto plazo

La coalición gobernante de Malasia ha sobrevivido por poco a un fuerte desafío a su mandato de 56 años. Si bien los resultados de las elecciones generales que tuvieron lugar el 5 de mayo vinieron a aliviar a los inversores, los comicios revelaron una amplia división racial, lo cual no es un buen presagio para la economía.

El gobernante Barisan Nasional, o Frente Nacional, obtuvo sus peores resultados de la historia –la coalición consiguió 133 de los 222 escaños parlamentarios–, pero estos fueron lo suficientemente buenos para los inversores que temían un cambio de régimen. El coste de asegurar la deuda soberana de Malasia contra el impago se redujo a 75 puntos básicos ayer a primera hora en los mercados asiáticos, alrededor de 8 puntos básicos por debajo del nivel anterior a las elecciones. El índice de referencia de Kuala Lumpur subió hasta un 6,8%. El ringgit, la moneda del país, se fortaleció frente al dólar estadounidense.

Sin embargo, aunque la derrota de la oposición, Pakatan Rakyat, elimina el riesgo de cambios políticos a corto plazo, la enfermiza polarización de la sociedad por razas plantea una amenaza a largo plazo. La comunidad china –minoría étnica– hizo notar en estos comicios su descontento con las políticas estatales que discriminan a favor de los malayos musulmanes –mayoría– en materia laboral, educación y vivienda.

El primer ministro Najib Razak culpó al tsunami chino del resultado de la coalición e instó a la “reconciliación nacional”. Pero no está claro si va a tener esa oportunidad. Najib puede abandonar el puesto más alto –o ser invitado a dimitir– hacia final de año, informó Reuters, citando a un alto funcionario del partido del primer ministro. Un cambio de liderazgo pondría en duda la continuación de los proyectos, tanto el de unidad social de Najib, como su programa de transformación económica, que ha puesto fin a una década de sequía en la inversión privada.

Tampoco está claro si una reducida mayoría parlamentaria limitará la capacidad del gobierno para recortar los subsidios y aumentar los ingresos fiscales. No conseguirlo podría implicar que los bonos malayos de más riesgo se contengan. El alivio de los inversores puede durar poco.

Archivado En

_
_