"La austeridad de los Gobiernos es un error"

Expresivo y vital, Joel Mokyr (Leiden, Holanda 1946) contesta a las preguntas a borbotones, con todo lujo de detalles, como si estuviese impartiendo clase en su aula de la universidad. Autor de numerosas obras extensamente premiadas, entre las que se encuentra la imprescindible La palanca de la riqueza (Alianza, 1993), visita España como miembro del jurado del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas. En uno de los momentos más duros de la crisis económica, le sorprende ver tan “pocos pobres por la calle”.
Pregunta. ¿Qué diferencias existen entre esta y las crisis económicas precedentes?
Respuesta. Hasta la crisis de 2008 hemos tenido subidas y bajadas menores en la economía, pero nunca nada parecido a la Gran Depresión. Creo que la crisis actual no es tan severa, primero, porque son países diferentes los que se han visto envueltos y de diferentes maneras, y segundo, porque en términos de decaimiento general, de descenso de exportaciones e inversiones o de pérdida de empleo, no se parece ni remotamente a aquello. La razón más importante es que el estado de bienestar que ha aflorado en los últimos 30 ó 40 años ha proveído de una red de seguridad que no había en aquella época. Otra cosa es, por supuesto, que se supone que habíamos aprendido ciertas lecciones de aquella crisis. Las medidas de control que se han estado tomando por el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y la Administración Obama desde principios de 2008 no han sido tan fuertes ni tan generalistas como a mí me hubiese gustado, pero son mucho mejores que las medidas que se tomaron bajo la presidencia de Herbert Hoover [durante la Gran Depresión], que básicamente siguieron la senda de las nociones ciegas de equilibrar el presupuesto sin importar otra cosa.
P. Pero la falta de medidas reguladoras es una de las coincidencias entre esta Gran Recesión y la Gran Depresión de los años 30.
R. Se han hecho cosas mal, pero se podrían haber hecho muchas cosas peor si no se hubiesen seguido políticas expansivas en EE UU. Estoy en gran desacuerdo con el sentido de muchos países europeos de seguir las políticas de austeridad. Creo que los gobiernos deberían ser responsables de poner a la gente a trabajar. Esa es la gran lección que aprendimos de los años 30. Todo el mundo ha reconocido esto, pero se están poniendo excusas mientras hay millones de trabajadores en paro, que están cualificados, que son capaces, que están sanos y que quieren trabajar. Los adultos sanos deberían estar en su mayoría empleados, porque si no, la economía no funciona.
P. ¿No cree que la austeridad es la mejor forma de superar esta crisis?
R. No, no creo en absoluto en la austeridad. Creo que en una economía en la que una gran cantidad de recursos están desempleados, la austeridad de los gobiernos es básicamente un error. Los europeos tienen una alta estima de si mismos, pero ninguna de las soluciones propuestas va a dar resultados. En Europa, y particularmente en los países periféricos, se han aceptado las recetas que vienen de Alemania y no creo que eso fuese una buena idea en su momento. La intuición me dice que esa es la peor decisión para salir de la crisis.
P. Y es que ya hay países que han pasado por esto y que aseguran que la austeridad no es la solución...
R. Creo que bajo circunstancias económicas normales, con empleo total, se podría discutir si seguir estas premisas en algunos sectores gubernamentales no muy grandes. Pero no estamos bajo circunstancias normales. De hecho, lo que hay que tener en cuenta es que la gente pobre tiene que volver a trabajar para incrementar el consumo, lo que no está ocurriendo porque la gente no trabaja. Y lo mismo con la inversión. Al final, lo que queda es un gran e inevitable dispendio gubernamental.
P. Desde un punto de vista histórico, ¿cree que es posible mantener el crecimiento económico por siempre?
R. Pienso que sí, pero la calidad del crecimiento va a cambiar en gran medida. En los últimos 150 años el crecimiento ha sido muy intensivo, pero basado en una energía que dejará de ser barata.
Poner solución al problema del desempleo juvenil
El historiador económico lamenta no tener “recetas mágicas” para España, pero defiende que lo primero que se necesitaría, sería tener programas estatales mucho más agresivos para resolver el problema del desempleo juvenil. “Es absolutamente crítico que España sigue teniendo una bajísima tasa de natalidad y una población cada vez más envejecida, así que lo que debería hacer el Gobierno es darle a la gente joven española muchas más oportunidades de empleo”, para que no se marchen definitivamente al extranjero. “Es cierto que la UE algún día tendrá un mercado laboral común, pero esto también va a provocar que sea muy difícil para algunos de los países más pobres dentro de los 27 mantener a su población trabajadora joven, gente que se va a mudar a países en los que los ingresos sean más altos en función de su valía, lo que va a conducir a una situación en la que los países ricos de la UE se van a hacer más ricos y los pobres, más pobres”.
Mokyr incide en que se debería invertir no solo en educación, sino también en lo que viene después, esto es, en “programas sistemáticos” que provean de experiencia laboral a los jóvenes que acaban de salir de la universidad, los institutos o las escuela técnicas. “Hay que prepararlos para trabajar en puestos donde sean necesarios, en lugar de dejarlos atrás”, sostiene el economista, quién añade que para España ha sido muy bueno formar parte de la UE, aunque eso no haya sido gratis: “Los españoles tienen que entender que formar parte de Europa implica una serie de compromisos institucionales y culturales”.
"La calidad de vida en Europa es muy alta"
La Gran Depresión desembocó en la II Guerra Mundial, aunque Joel Mokyr no cree que eso se vaya a repetir con esta Gran Recesión. En los años 30, las condiciones económicas de muchos países llevaron a la escalada de regímenes totalitarios fascistas, pero “no hay nada parecido en el horizonte europeo actual, sobre todo porque la mayoría de las naciones no tienen fuerzas militares capaces de luchar en una guerra”.
P. Pero ya se están viendo ejemplos en algunos países europeos...
R. Hay capítulos amenazadores, pero de un minúsculo reclamo político. Incluso en Grecia parece escaso, salvo por el aumento del movimiento fascista Amanecer Dorado. Hasta ahora, estoy sobrecogido de qué pocas ramificaciones políticas negativas se han observado en la crisis actual. Se han producido reacciones contra los trabajadores extranjeros, pero éstas ya aumentaron antes de la crisis actual (con Le Pen en Francia o el partido nacionalista holandés). Siempre que vengo a Europa, veo lo increíblemente bien que vive la gente, una enorme calidad de vida que, por supuesto, no es tan alta como la que había hace cinco años, pero todavía increíblemente buena. La gente disfruta de mucho esparcimiento, se va de vacaciones, come bien, y si se está trabajando, se disfruta de cuatro o cinco semanas de vacaciones al año y se retira recién cumplidos los 60, con otros cerca de 20 años para disfrutar del tiempo libre. Nunca antes en la historia ha ocurrido esto. ¡Esto antes era inimaginable!
P. Este es el mismo mensaje que se trata de vender, de que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades...
R. Posiblemente estábamos viviendo mejor de lo que podíamos y va a tener que haber ajustes. Pero serán de segundo orden. De lo que la gente no se da cuenta es de lo inusual que era esto, de que durante miles de años no hubiésemos soñado con vivir así, con esta cantidad y calidad de alimentos, alojamiento, ocio, salud, educación, transporte o acceso a la información. Por eso, esta crisis no es más que un desliz comparada con la Gran Depresión.