La liberal de Hierro
Será recordada como la pionera de las privatizaciones y la gran defensora del mercado frente al Estado Thatcher, junto a Ronald Reagan, enterró las políticas keynesianas e inició un cambio político que todavía hoy influye en Europa
Margaret Thatcher, la figura política británica más relevante y carismática en el siglo XX tras Winston Churchill, falleció ayer a los 87 años. Obstinada, terca, liberal, conservadora y ferviente defensora del mercado frente al Estado, Thatcher guio la política británica entre 1979 y 1990, influyó decisivamente en la caída del Muro de Berlín y de la URSS y participó, desde el sempiterno escepticismo británico, en la creación del mercado común europeo.
De Thatcher, queda el thatcherismo, una forma de hacer política y una corriente propiamente británica y difícilmente exportable en toda su dimensión. El thatcherismo bebe del liberalismo (o liberalismos) de Friedrich Hayek y Milton Friedman aunque mantiene los principios tradicionales del partido tory. Con el triunfo de las políticas keynesianas tras la Segunda Guerra Mundial, la llegada de Thatcher al número 10 de Downing Street y de Ronald Reagan en la Casa Blanca dos años más tarde, marcaron un cambio de tendencia en la política económica cuya influencia en la Unión Europea que hoy reclama menor gasto público y más flexibilidad laboral es notable.
Thatcher, bautizada como la Dama de Hierro por los negociadores soviéticos que la sufrieron, será recordada, entre otras muchas cosas, por iniciar una gran política de privatizaciones bajo las recomendaciones de Hayek, que fue asesor de la primera ministra. La idea de fondo era reducir al mínimo la presencia estatal con la convicción de que la gestión siempre resulta más eficiente en un mercado libre y con mínima o nula regulación. Además, ello permitía elevar los ingresos públicos en un momento de crisis y recortar el abultado déficit público. Los mismos argumentos sirvieron a otros países, entre ellos España, para iniciar en la década de los noventa su ronda de privatizaciones. Y sirven ahora para justificar idénticas medidas en un momento en que la mayoría de países europeos registran elevados números rojos en sus cuentas.
British Aerospace, Jaguar, British Telecom, Britoil o British Gas fueron algunas de las empresas que pasaron a manos privadas con el Gobierno de Thatcher. Tras su salida del Ejecutivo, en 1990, esa política fue seguida por su sucesor John Major –thatcherismo sin Thatcher–, que privatizó los Ferrocarriles británicos (British Rail).
Hija de tenderos, Thatcher se convirtió en primer ministro en 1979 en mitad de una profunda crisis y de una inflación galopante con tasas superiores al 10%. Su principal prioridad –casi obsesión– fue frenar la escalada de los precios siguiendo las tesis monetaristas de Friedman. De hecho, mantener la inflación dentro de parámetros moderados fue otra de las ideas que guiarían la política de Thatcher y que hoy también marcan el mandato del Banco Central Europeo (BCE). “La inflación es la madre del paro y la ladrona invisible de quienes han ahorrado”, señaló la Dama de Hierro en una frase que hizo fortuna.
Sin embargo, las recetas económicas en el primer mandato de Thatcher no dieron resultado. El número de parados se duplicó y la escalada de conflictividad social alcanzó su apogeo. Con este telón de fondo, inició Thatcher su batalla contra los sindicatos, cuyo poder redujo hasta la mínima expresión. No resulta aventurado pensar que sin la victoria de la Guerra de las Malvinas, Thatcher no habría revalidado su mandato en 1983.
Entre 1984 y 1985, la Dama de Hierro hizo honor a su apodo durante una huelga minera que duró un año y que supuso un golpe casi mortal para el poder sindical británico. Ese fue uno de los capítulos que forjó la leyenda de Margaret Thatcher como política implacable. En su política exterior, Thatcher mantuvo la misma dureza. Anticomunista convencida, llegó a congeniar con las reformas aperturistas de Gorbachov y contribuyó a la caída del Muro de Berlín.
Durante la actual crisis económica, la imagen de Thatcher parecía sobrevolar la de otra gran líder europea, Angela Merkel, cuyas recetas económicas –austeridad, flexibilidad laboral, recorte del gasto público y del Estado de bienestar– ya fueron defendidas y aplicadas por la Dama de Hierro veinte años atrás.
Una vida dedicada a la política
Liberalismo
La victoria de Margaret Thatcher en los comicios británicos de 1979 y de Ronald Reagan en Estados Unidos dos años más tarde marcaría el inicio de un prolongado período de políticas liberales que influirían en toda Europa frente al keynesianismo que había triunfado tras la Segunda Guerra Mundial.
Sindicatos
El poderoso sindicalismo británico se enfrentó a la Dama de Hierro... y perdió. Thatcher afrontó graves conflictos sociales, como una huelga minera que duraría un año, y redujo al mínimo la capacidad de influencia de los mercados.
URSS
“Una gran política y una persona brillante. Quedará para siempre en la historia y en nuestra memoria”. Así habló ayer Mijaíl Gorbachov. Thatcher, ferviente anticomunista, apoyó las reformas aperturistas que inició el ex dirigente soviético y que terminarían por derrumbar la URSS. “Me gusta Mijaíl Gorbachov. Es un hombre con el que se puede hablar”, declaró Thatcher tras reunirse con él en Londres en 1984.
Europa
Thatcher siempre se mostró reacia a que el Reino Unido perdiera soberanía a favor de una unión de los países europeos. En cualquier caso, sus reticencias, no impidieron que firmara el Acta Única Europea y ayudara a crear el mercado común en la Unión. “Será recordada tanto por sus contribuciones como por sus reservas a nuestro proyecto común”, señaló, diplomático, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
España
El ex presidente español Felipe González habló de Thatcher como “un referente en la historia por su defensa de las libertades y del liberalismo como vía de progreso y mejora de la sociedad”. Sin embargo, ambos Gobiernos mantuvieron grandes diferencias. “Yo creo que Thatcher en lugar de desodorante se pone 3 en 1”, llegó a decir el socialista Alfonso Guerra en los años 80.