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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los depósitos, campos seguros de inversión

La extraordinaria cacofonía que una vez más han destilado las autoridades europeas a cuenta de los planes diseñados para el rescate de Chipre y su impacto en los depósitos bancarios han inyectado importantes dosis de inquietud, cuando no de desconfianza, hacia esos productos. El tirón de orejas dado por el presidente del BCE esta misma semana al afirmar que la solución inicial de gravar los depósitos “no fue muy inteligente” aunque se haya corregido en solo un día no bastará para despejar los nubarrones que algunos irresponsables dirigentes europeos, empezando por el flamante e inexperto presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, han extendido por toda la zona euro. Lo cierto es que la tasa sobre los depósitos no estaba en los planes de más organismos que el Gobierno chipriota y que las medidas aplicadas a Chipre no son extrapolables como una plantilla al resto de potenciales rescates de otros socios, porque es “un caso único y excepcional”. Llueve sobre mojado y los inversores sienten una vez más una inquietud originada solo por la falta de eficacia y rigor de unas autoridades europeas demasiado acostumbradas a que no ocurra nada cuando siembran el desconcierto con una absoluta carencia de responsabilidad.

 Esto viene a cuento para recordar que los depósitos bancarios en entidades españolas o extranjeras con ficha en España son un producto seguro. El Fondo de Garantía de Depósitos español cubre importes hasta un máximo de 100.000 euros por titular y entidad en caso de quiebra. La banca extranjera sin ficha en España depende del fondo de garantía de su propio país, pero aun así, y en el caso de las oficinas de entidades extranjeras no comunitarias, estas deben acogerse al FGD español cuando los depósitos no estén cubiertos por un sistema de garantía en el país de origen o si esta es inferior a la de España, a fin de cubrir la diferencia.

Es innegable que una de las conclusiones a sacar del rescate de Chipre –tan complejo como reducida es su economía en el conjunto de la zona euro– es, de nuevo, lo acertado que resulta para los inversores no poner todos los huevos en la misma cesta. Otra parte de la seguridad de los depósitos viene también de la mano de la política del Banco de España. El panorama en las entidades nacionales se ciñe con bastante precisión a las rentabilidades recomendadas por el organismo supervisor a comienzos de este año, cuando decidió frenar la llamada guerra del pasivo y poner límites a los extratipos. Si el pasado año se acercaban al 5%, el tope está ahora en prácticamente la mitad para los que superen 24 meses, y en mucho menos en los de menor plazo. Claro está que la oferta es muy amplia y se pueden encontrar productos que esquivan los umbrales marcados por el Banco de España con plazos menos habituales.

Dentro de la estrategia de diversificación, los inversores que quieran salir de los depósitos, por la incertidumbre sobrevenida irresponsablemente desde Bruselas o bien porque estén dispuestos a asumir más riesgo, se encuentran con la interesante perspectiva de aprovechar la evolución de las divisas. Sin olvidar nunca el doble riesgo de invertir en una moneda extranjera (el del propio activo y el de la variación en los tipos de cambio), y que este se puede evitar con coberturas especiales, el enfriamiento del euro y la depreciación del yen han abierto posibilidades inexistentes hace poco tiempo. La debilidad de una divisa beneficia a las empresas que tienen buena parte de su negocio fuera de las fronteras de un país de origen, algo que ocurre cada vez en mayor medida en los grupos españoles. En este escenario, y sin perder de vista los vaivenes de las divisas en Europa y EE UU, ganan atractivo los valores cíclicos con exposición al exterior. Todo ello sin olvidar que las rondas de liquidez de la Reserva Federal de EE UU y del Banco de Japón están distorsionando claramente sus cruces con el euro.

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