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Editorial

La alegría vuelve a los fondos

El dinero ha regresado a los fondos de inversión después de una larga travesía en el desierto. Las instituciones de inversión colectiva en España aumentaron sus suscripciones netas en 3.720 millones entre enero y marzo de este año, lo que completa el mejor trimestre de los últimos siete años. Ello sitúa el músculo de la industria de fondos de inversión en niveles anteriores al estallido de la crisis financiera y supone un giro más que esperanzador en el sector tras la atonía que ha vivido en los últimos años.

Hay dos grandes motivos que explican estas cifras. El primero de ellos es el vencimiento de un elevado número de pagarés que fueron emitidos a tipos muy atractivos en 2011 y 2012 y que ha generado un efecto de trasvase de parte de ese capital a las instituciones de inversión colectiva. Pese a que originalmente el dinero que procedía de los pagarés tenía como destino principal los depósitos, la pérdida de atractivo de este producto debido al fin de la guerra del pasivo entre las entidades financieras ha colocado los fondos de inversión como una opción interesante para invertir ese capital. A ello ha contribuido el segundo motivo que explica el repunte de la industria en este trimestre: la esperada recuperación de los mercados bursátiles. Gracias a esa mejora, los fondos han vuelto a proporcionar al inversor rendimientos positivos tras varios años de pérdidas. El 4,5% de rentabilidad media que han acumulado estos instrumentos en los últimos doce meses constituye un argumento de peso para decidir optar por este producto de inversión. Durante el mes pasado, según datos de la industria, todas las categorías han obtenido rendimientos positivos, con la única excepción de la renta variable nacional. También ha crecido el número de partícipes, lo que confirma que cada vez hay más ahorradores que vuelven a invertir su dinero en fondos.

El balance de este primer trimestre del año supone un antes y un después en un largo y duro ciclo de malos resultados. El regreso del dinero a las instituciones de inversión colectiva constituye una prueba no solo del vigor que han recuperado los mercados, sino del cambio de perspectivas que ha alimentado esa mejora. La violenta tormenta financiera que ha teñido de rojo en innumerables jornadas los mercados bursátiles parece haber dejado atrás su etapa más virulenta. Pese a que es prematuro aventurar cualquier diagnóstico, los tímidos signos de mejora que está registrando la actividad económica parecen augurar buenas perspectivas para la industria de inversión colectiva en España. Que esas perspectivas se consoliden depende de que el esfuerzo que exige caminar hacia la recuperación económica en nuestro país se mantenga, se intensifique y se fortalezca.

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