Las dudas sobre la viabilidad del rescate de Chipre ponen en guardia a la eurozona
Bruselas y los inversores temen que las dificultades técnicas y políticas hagan capotar la operación.
Bruselas cruza los dedos para que el acuerdo sobre Chipre resista todos los embates. Los mercados tampoco lo ven claro y los índices europeos sufren pérdidas cercanas al 1,5% en la jornada. Las primas de riesgo española e italiana repuntan y el euro cede posiciones frente al dólar.
Fuentes comunitarias y del sector financiero reconocen que el acuerdo alcanzado por el Eurogrupo la madrugada del pasado lunes ha dejado demasiado flecos. Y temen que alguno de ellos frene o incluso desbarate la ejecución de un rescate que debería ponerse en marcha a finales de abril y entregar el primer plazo del préstamo a primeros de mayo.
El rescate chipriota se ve amenazado por las fisuras en el seno del Eurogrupo, debido al descarado intento de Alemania y Holanda de convertirlo en un escarmiento a los países con baja fiscalidad y en un precedente para futuras reestructuraciones bancarias.
España y Francia reclamaron ayer prudencia al presidente del Eurogrupo, el ministro holandés de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem, que el lunes aseguró que las quitas impuestas en Chipre serán el patrón a partir de ahora. Y Luxemburgo, cuyo sector financiero equivale al 2.300% del PIB del país, acusó ayer a Berlín de exterminar en Chipre un modelo de negocio financiero que hacía la competencia Fráncfort, Berlín y París.
A pesar de tanto revuelo, sin embargo, el principal riesgo para la zona euro es que descarrile el plan chipriota por las dificultades, entre otras, del proceso de reestructuración de dos de los principales bancos de la isla (Laiki y Banco de Chipre). Una operación aparentemente sencilla, pero que puede desbordar a un país que hasta el pasado viernes ni siquiera disponía de un marco legal para llevar a cabo las resoluciones bancarias.
El proceso es imprescindible para completar la factura de un rescate valorado en 17.000 millones de euros pero al que la zona euro solo quiere aportar 10.000 millones. Hoy mismo, se ha conocido la destitución de Yiannis Kypri, consejero delegado de Bank of Cyprus, del mayor banco comercial del país. La dimisión sigue tras la marcha del presidente de la entidad en protesta por la decisión de las autoridades de colocar un inspector permanente en el seno del sector financiero de la isla.
Bruselas sospecha que la administración de Nicosia carece del personal y el conocimiento necesario para llevar a cabo la liquidación del segundo banco del país, la creación de un banco malo y la transferencia al Banco de Chipre de los activos sanos y los fondos garantizados del Laiki. Una reestructuración que supone el desguace de un sector financiero que, cinco años después del comienzo de la crisis, todavía equivale al 700% del PIB de la isla.
Para colaborar en la operación, la Comisión Europea va a crear un grupo de trabajo que ayudará a Nicosia a aplicar todas las medidas pactadas, incluidas las relativas a la banca, a las reformas estructurales y los ajustes presupuestarios (que ascenderán al 4,5% del PIB). Y Bruselas confía en que esa ayuda permita la ejecución del futuro Memorándum de Entendimiento, cuya aplicación se evaluará trimestralmente como condición para liberar los sucesivos tramos del préstamo a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).
Pero incluso si el dinero llega a tiempo, el rescate de Chipre ha abierto otras incógnitas que no se habían dado en rescates anteriores y que amenazan el éxito del programa de ajuste. La más evidente se refiere a la fecha de apertura de los bancos, cerrados desde el 16 de marzo (cuando el Eurogrupo pactó un primer rescate, rechazado por el Parlamento chipriota) y que ayer mantuvieron las puertas cerradas a pesar de anunciarse lo contrario.
El gobernador del Banco de Chipre, Panicos Demetriadis, aseguró ayer que las autoridades hará “todo lo posible” para que la banca reabra mañana. Y emitió un comunicado aclarando que los depósitos de menos de 100.000 euros están garantizados, incluso en los dos bancos objeto de reestructuración.
Aun sí, se teme una retirada masiva de fondos. Y la troika (CE, BCE y FMI) y Nicosia siguen negociando el establecimiento de controles de capital, una medida sin precedentes en los 15 años de historia de la Unión Monetaria.
Los controles podrían limitar la retirada de fondos y su transferencia a otros países, aunque el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, aseguró ayer que se intentará que sean lo menos restrictivas posible. Fuentes comunitarias reconocen, sin embargo, que la mayor duda sobre los controles no atañe tanto a su alcance como a su duración, porque “una vez impuestas nadie sabe cuándo se podrán retirar”.
Las dudas se extienden también del ajuste exigido a la isla , que condenar a una caída del PIB que podría llegar al 25%. Las previsibles protestas debilitarían aun más a un Gobierno que ha perdido ya parte de su credibilidad nacional e internacional.