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Postal desde la incubadora polar

El firmamento une más de lo que parece. Y seguir el último episodio de la crisis de la zona euro desde el círculo popular ártico depara sorpresas casi tan inesperadas como una aurora boreal.

Por ejemplo, descubrir que Sariselka, una estación de esquí en plena Laponia finlandesa y a más de 900 kilómetros al norte de Helsinki, es un destino predilecto para los turistas japoneses.

Cuentan los locales que las parejas niponas con intención de procrear inundan la zona porque concebir bajo un cielo decorado con auroras boreales traerá suerte a la futura criatura. La moda parece ser tan rentable que algunos hoteles ofrecen habitáculos en forma de iglú y con el techo de cristal para no perder de vista el cielo ni un minuto. O no mucho más de un minuto, a ser posible.

La leyenda, por supuesto, tiene un reverso pragmático. Finlandia, me dicen, es el país de Europa más cercano a Japón por avión. Y uno de los pocos a los que se puede llegar sin hacer escala porque el vuelo transcurre por la "cúpula" del planeta, más "estrecha" que hacia el ecuador.

Eso parece explicar la abundante presencia de jóvenes de ojos rasgados en este país. Unos jóvenes con tanto poder adquisitivo que llegan hasta una estación de esquí como la de Sariselka, frecuentada por los grandes ejecutivos de las compañías finlandesas y en la que el primer ministro del país, Jyrki Katainen, celebra cada año un encuentro informal con algunos de sus homólogos, colegas y amistades europeas.

Katainen (1971) preside uno de los gobiernos más jóvenes de Europa y parece consciente de que su generación está llamada a tomar el relevo y marcar el futuro de la UE. Su cita anual en Laponia, celebrada ayer y hoy, demuestra esa voluntad. Y parece lograrlo, porque desde un país con 5,4 millones de habitantes, la huella de Helsinki en la política comunitaria suele ser más visible que la de algunas grandes capitales.

Durante este fin de semana, por ejemplo, mientras todas las miradas estaban puestas en la crisis de Chipre, Katainen ha logrado atraer a medios como la CNN (con su estrella Richard Quest), The New York Times o The Economist hasta una remotísima región con tantos renos como habitantes (dos cabezas de cada por kilómetro cuadrado).

Desde Sariselka, el primer ministro finlandés ha enviado una señal de confianza en la zona euro. Y ha intentado desmarcarse de la imagen de talibán presupuestario que se ha ganado por su asociación con Alemania y Holanda. La presencia en la cita de dos medios españoles (ABC y Cinco Días) y uno irlandés (The Irish Times) dejaba claro su intención de reconciliarse con el sur de la zona euro.

"La integración europea se está resintiendo, porque unos países echan en falta muestras de solidaridad y otros piensan que están pagando demasiado caro los errores ajenos", reconoce Katainen. Pero insiste en que los ajustes son inevitables para recuperar la confianza y generar crecimiento y empleo.

Y recuerda, claro, la crisis de su país, que a finales del siglo XX superó un cataclismo económico (tras la caída del bloque soviético) reinventándose como una nación moderna, austera y humilde, tres virtudes que en otros lugares parecen incompatibles.

Todo un ejemplo de regeneración que quizá explica el entusiasmo con el que Katainen repite a sus invitados (de Dinamarca, Irlanda, Letonia, Estonia, Turquía....) que "los renos pierden los cuernos cada año, pero durante el verano los recuperan a un ritmo de dos centímetros por día".

Foto: calzado de un pastor lapón de renos, en Sariselka (B. dM., 23-3-2013).

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