La crisis hace reinar al veterano Sintrom
Si no estuviéramos en esta situación económica, los nuevos anticoagulantes tendrían más penetración en el mercado”, asegura Vicente Bertomeu, presidente de la Sociedad Española de Cardiología. “El control del gasto está frenando su implantación”, coincide Marc Tàpies, gerente de línea de negocio en la consultora IMSHealth. Como resultado de la falta de recursos públicos, el veterano y barato anticoagulante Sintrom podrá seguir reinando a pesar de que sus jóvenes rivales ofrecen mayor seguridad al paciente.
Sintrom (acenocumarol como principio activo) fue desarrollado y patentado en 1961 por Novartis. Fundamentalmente se utiliza como anticoagulante oral para la prevención de ictus. En España, 450.000 personas se tratan con anticoagulantes, según la Sociedad Española de Cardiología, sobre todo contra la fibrilación auricular que provoca el ictus.
Sintrom sigue siendo el fármaco más vendido de su categoría, aunque en el mundo sea la warfarina (vendida en España como Aldocumar, de Aldo-Unión), que tiene similares características. El pasado año se dispensaron 7,09 millones de unidades de Sintrom, de los 7,86 millones para esa patología, es decir, que solo deja algo menos del 10% del volumen del mercado a sus competidores.
Pero en euros todo cambia. La entrada de las innovaciones puede disparar el valor del mercado. El medicamento de Novartis, sin genérico por su bajo coste, tiene un precio alrededor “de los 3 euros, frente a los 90 de los nuevos”, puntualiza el doctor Bertomeu.
El Sintrom lleva aparejado controles mensualese ingresos hospitalarios
El reciente Padraxa (el nombre comercial del principio dabigatran etexilate, de la compañía alemana Boehringer Ingelheim) fue aprobado en noviembre de 2011 para prevenir el ictus. En febrero de 2012, con solo 12.000 unidades vendidas (frente a las 569.000 de Sintrom) ya había superado en facturación al veterano de Novartis.
Con datos de diciembre de 2012, último mes facilitado por IMS Health, Pradaxa vendió por valor de 1,7 millones de euros; Sintrom, por 0,9 millones, y Xarelto (de Johnson & Johnson y Bayer), por 0,6 millones.
Xarelto es el último fármaco aprobado (julio de 2012) para esta indicación. En nuestro país es comercializado por Bayer y el laboratorio español Almirall, y en apenas cinco meses de venta y con escasa cuota de mercado casi alcanza en facturación a Sintrom.
Está previsto que en 2013 se una a estas novedades el medicamento Eliquis (apixaban, de Bristol Mayers Squibb y Pfizer). Ytodavía faltan algunos más por llegar al mercado. La compañía japonesa Daiichi Sankyo cuenta con el edoxaban, que se encuentra a la espera de aprobación. En los últimos ensayos clínicos se hallan además las soluciones, aún sin nombre comercial, de dos compañías del área de San Francisco (EE UU): betrixaban (de Portola) y tecarfarin (de la biotecnológica Armetheon).
“Los nuevos anticoagulantes tienen ventajas para los pacientes porque requieren menos controles”, explica Bertomeu. Con el Sintrom y la warfarina, los enfermos deben controlar cada mes sus niveles de coagulación en sangre. “Se hacen alrededor de 15 analíticas al año y hay riesgo de hemorragias. Los nuevos han demostrado ser iguales o mejores en eficacia y los superan en seguridad”, opina.
Entonces, ¿por qué no se aplican más? “Es un problema económico”, responde, “aunque no haya estudios de coste-efectividad”, ya que la utilización de Sintrom lleva aparejado “análisis de sangre, desplazamientos de pacientes, más personal y complicaciones que requieren hospitalización”, asegura este cardiólogo. “Los nuevos no necesitan ese control médico, pero el coste es considerablemente mayor. Su introducción dependerá del control de gasto. De hecho, su dispensación requiere del visado de la inspección”, coincide Tàpies.
En un comunicado del pasado año de la Sociedad Española de Cardiología, justo antes de la aprobación de Xarelto, se decía que los nuevos anticoagulantes, “más eficaces, podrían utilizarse en el 75% de los pacientes, aunque la crisis económica solo permite que se beneficien el 30%”. Pero los números reales son aún más modestos. “Se están introduciendo a un ritmo menor de lo que esperábamos, pero irán sustituyendo a Sintrom. Me baso en lo que está ocurriendo en otros países europeos y en EE UU”, afirma el cardiólogo, que coincide con la opinión de Tàpies. Actualmente, el uso de estos fármacos lo restringe una norma de la Agencia del Medicamento para aquellos casos en que la warfarina y el Sintrom no sean eficaces, haya riesgo de hemorragias, no se consiga su control en el paciente o no sean tolerados.