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Europa y los rusos deben rescatar a Chipre

Exigirle a un país como Chipre, con un PIB de 18.000 millones, que debe poner sobre la mesa de forma inmediata 5.800 millones de euros (el 32% de su PIB) y devolver en plazos la aportación europea de 10.000 millones de euros más (otro 55,5% de su PIB), es pedirle un imposible, un suicidio. Por ello, el rescate deben pagarlo los europeos, ...y los rusos que han lavado dinero en la isla desde que arrancó el euro.

Un simple ejercicio de transposición de las cifras aplicado a España, para que la gente entienda la magnitud del sacrificio exigido a Chipre, supondría que el Estado español tendría que poner sobre la mesa de un día para otro 340.000 millones de euros, y posteriormente repagar en plazos, como un rescate tradicional, otros 570.000 millones de euros. Y todo ello para salvar al sistema financiero más desproporcionado de Europa, que esa es la característica cuantitativa más sobresaliente el sistema bancario chipriota.

Chipre recauda por impuestos directos e indirectos cada año 4.720 millones de euros, a los que hay que añadirle los 1.566 millones en cotizaciones sociales. Dado que la Unión Europea le está pidiendo una aportación inmediata de 5.800 millones para capitalizar la banca (además de los 10.000 millones que aportaría la Unión), el gobierno de Chipre tendría que destinar toda la recaudación fiscal de este año a pagar el rescate, y dejar sin atender todos los servicios públicos.

O podría optar por duplicar todos los impuestos y esperar un año a cobrarlos para poder poner su parte del rescate. Cualquiera de las dos soluciones es imposible de todo punto, y por eso han sacado de la manga (o ellos o los alemanes o todos a la vez) que se haga una quita a los depósitos de la banca, saltándose el compromiso europeo de respetar siempre los cien mil primeros euros por cada ahorrador y cuenta.

Dado que es imposible de toda imposibilidad que los chipriotas abonen lo que se está planteando con impuestos, lo lógico es que sea la Unión Europea quien pague el rescate, y que Chipre lo devuelve, como España, Irlanda, Portugal o Grecia, lentamente, aunque seguramente la hipoteca sería de tal magnitud temporal que no podría tampoco afrontarla.

Y desde luego la Unión Europea debe lograr que los rusos que han utilizado la isla y su sistema bancario para lavar dinero en los doce últimos años (desde que existe el euro, más seguro que el propio rublo y menos expuesto a vaivenes devaluativos) pague una parte importante del desaguisado bancario. Los rusos, no Rusia, que ha visto como centenares de sus ciudadanos eludían al fisco ruso. No hay muchas formas de pillarlos, salvo la que pretende aplicar el Gobierno de Nicosia: poner una quita a los depósitos elevados, y poner un cepo para que paguen al abandonbar el banco o el país.

Lo que más llama la atención es que nadie hasta ahora hubiera visto lo que estaba pasando en el sistema financiero de Chipre, que es nueve veces su PIB, y que todo el mundo sabía que tenía mayoritariamente el dinero invertido en bonos griegos devaluados, y que, por ello, estaba descapitalizado.

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