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Tribuna
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Un nuevo acto de la crisis europea

Alguien duda que es la misma Crisis que nos persigue desde hace ya cuatro años? Una crisis de deuda, excesivo endeudamiento en algunos países; una crisis derivada de pérdidas de competitividad acumuladas en los últimos diez años; una crisis ante los excesos de precios y actividad en determinados sectores; una crisis, al final, que ha tenido un caldo de cultivo apropiado por la recesión, desconfianza y especialmente por la falta de integración financiera, fiscal y política del Euro. Cada caso de los tres países rescatados hasta el momento ha sido diferente, pero la actuación de las autoridades europeas y el FMI ha sido similar: préstamos y contrapartidas en términos de ajuste. Más tarde las condiciones de los préstamos se han ido suavizando, al cambiar el sesgo desde los ajustes a las reformas estructurales buscando con ello una mejora en las perspectivas de crecimiento. Pero el caso de Chipre, compartiendo el país unos problemas no tan diferentes a los anteriores rescates, ha recibido una respuesta diferente desde la Troika. Por cierto, no está claro que el FMI tenga en este caso un papel diferente al de asesorar pero sin poner dinero para el rescate. ¿Quitas a los acreedores de la banca o quitas a los depositantes? Es la banca quebrada (con unos activos de 8 veces el PIB) la que necesita fondos. Y un porcentaje, el anterior, demasiado elevado para que se pueda extrapolar el formado de los rescates anteriores. Al final, el país necesita unos 17.000 millones de euros, aportando Europa unos 10.000. El resto, 1.400 millones a través de privatizaciones. Y para los casi 6.000 restantes se ha optado por una quita a los depósitos.

De aquí surgen varias cuestiones:

1. ¿Por qué no una ayuda total por 16.000 millones? Sin duda, Europa necesita mandar una advertencia de que han acabado los rescates libres de coste para los acreedores de la banca. Lo que más desconcierta es que se hayan considerado acreedores a los depositantes.

2. ¿Hay cuestiones morales en el formato de rescate? El Ministro de finanzas alemán, tras confesar que él hubiera preferido aplicar quitas a los bonistas, ha valorado también el formato de beneficios fiscales y la alta rentabilidad (mayor riesgo) tradicional en Chipre

3. ¿Por qué no una asistencia directa a la banca? Se confirma de forma dolorosa que la aplicación del ESM a la recapitalización directa a la banca es una utopía.

Al menos mientras no se avance de forma clara en la integración financiera: supervisión bancaria, garantía de depósitos y mecanismo de resolución de crisis. Pero, incluso en ese momento, no está claro que la asistencia directa pueda cubrir problemas anteriores a la puesta en funcionamiento de la Supervisión única.

4. ¿Dónde queda la garantía de los depósitos? De forma implícita se ha aceptado que los primeros 100.000 euros estaban garantizados en la zona Euro. La realidad en demasiadas ocasiones cuestiona los supuestos

5. ¿No temen las autoridades europeas el contagio? Me refiero, especialmente, a la fuga de depósitos desde los países más cuestionados. Pensemos, además, en la crisis política italiana en estos momentos. ¿No lo han considerado? Pues me temo que no, quizás pensando que el poder “persuasivo” del BCE y la diferente realidad frente a los extremos en Chipre serán suficientes para que los inversores actúen con racionalidad. Quizás obvian el hecho de que la cautela y prudencia son sentimientos racionales. Con todo, será un buen test para la promesa de intervención del BCE en caso de potenciales escenas de pánico en los próximos días

Mientras escribo esta nota escucho que se podrían suavizar los términos del rescate, reduciendo la “aportación” de los depósitos de menor importe. Ahora está por ver si el Parlamento de Chipre, con un Gobierno en minoría, lo aprueba. Y está por ver también si no se ha dañado de verdad la confianza de los inversores en la supervivencia del euro.

Más de ocho meses de mejora de las primas de riesgo, a raíz del anuncio del BCE en la intervención en los mercados (con contrapartidas) desde el verano pasado y la promesa de integración financiera del Consejo Europeo a final de año. Una calma, quizás exceso de confianza, que ha obviado los problemas de fondo detrás de la crisis del Euro. Confundiendo de nuevo las medidas monetarias que ofrecen solo tiempo con las medidas políticas realmente necesarias para solucionar la crisis. Lamentablemente.

 José Luis Martínez Campuzano es Estratega de Citi en España

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