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Tribuna
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Los deberes y el estado de la nación

Para valorar el examen que, después de su primer año al frente del país, ha hecho el presidente del Gobierno del estado de la nación, me voy a permitir confrontarlo con los “deberes”, que, en diversas publicaciones en los momentos del cambio político, me pareció que debían orientar sus primeras tareas.

Por las circunstancias en que se encontraba nuestra economía a finales del 2011, me parecía un objetivo prioritario recuperar la confianza en el interior y en el exterior. En su discurso, el presidente ha admitido, de diversas maneras, que nuestro país ha mejorado su credibilidad no sólo en la UE, que, a pesar de las muchas opiniones en contra, ha comprobado que no hemos necesitado un segundo “rescate”, sino también en los mercados globales que, no sólo compran a precios más bajos la emisiones de nuestra deuda soberana sino también las de algunas de nuestras grandes empresas.

La curación no podía ser instantánea y el postoperatorio ya va permitiendo pasar a otra fase

Por lo que se refiere a la situación interior, aunque han ido en aumento las protestas de diversos grupos afectados por los recortes del gasto público y las reestructuraciones facilitadas por la reforma laboral, para el que sea capaz de analizar con objetividad las estrategias que se están aplicando tendrá que reconocer que, como ha recordado el presidente, se está siguiendo la ruta elegida para salir del túnel en que nos encontrábamos. Los responsables de nuestra política económica no se han dejado influir por los “expertos” que proponen otros caminos, olvidando los nefastos resultados de los que anteriormente ya los experimentaron. Una vez más, se nos ha recordado por el presidente que para el inevitable saneamiento de las finanzas públicas y de nuestra estructura productiva tendríamos que pasar por un quirófano con dolorosas consecuencias por el aumento del paro, no sólo por los ajustes de las empresas, especialmente del sector financiero, sino también por los recortes de los excesos de las distintas Administraciones Públicas.

La curación no podía ser instantánea y el postoperatorio, que no es tan rápido como ha afirmado el presidente al hablar, por ejemplo del déficit fiscal, ya va permitiendo pasar a otra fase de la estrategia que, sin olvidar que estamos en plena convalecencia y eso nos obliga a seguir con la dura medicación, recomienda comenzar también con estímulos para favorecer la creación de empleo. En este sentido, las medidas anunciadas para el nuevo escenario no se apartan de que, entre los “deberes” que proponíamos al nuevo Gobierno, se insistía que la política de creación de empleo debía tener muy presente que sólo las empresas que operan en un mercado libre y de competencia pueden crear un empleo sostenible.

En líneas generales se ha cumplido, aunque quizá con demasiada lentitud, con los deberes

Consideramos, por eso, un gran acierto que las medidas propuestas por el presidente en su discurso se caractericen por estimular la creación de puestos de trabajo sobre todo en las pymes, sin quebrantar las exigencias del mercado competitivo y, alejándose también de esa estrategia de estímulos que inmediatamente crean trabajo en el sector público, aumentando el gasto y distorsionando el funcionamiento normal de una economía, como hemos vivido en los primeros años de la crisis y ahora tenemos que corregir con tantos recortes en el mercado de trabajo.

Concluimos, pues, que, atendiendo únicamente a los aspectos económicos, el discurso del estado de la nación, informa que, en líneas generales, se ha cumplido, aunque quizás con demasiada lentitud con los “deberes” que, con un planteamiento objetivo, nos pareció antes que comenzara su andadura que debía afrontar el nuevo Gobierno y que, además, acertadamente fueron ya reconocidos en el discurso de investidura.

Eugenio M. Recio es profesor honorario del departamento de Economía de ESADE.

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