Naranjas gourmet, del árbol a casa en 24 horas
La web Naranjas El Carmen vende a 16 países europeos
La verdad es que no sabía mucho de agricultura ni de naranjas, solo lo que me había ido contando mi abuelo”, confiesa Gonzalo Úrculo, nacido en 1986 y fundador de la web Naranjas del Carmen. Aun así, tras finalizar sus estudios de Economía en Alemania, en 2010 decidió dejar su Madrid natal para irse a explotar la finca de su abuelo, ya fallecido, en Bétera (Valencia).
En su aventura contó con la ayuda de sus tres hermanos para el diseño de la web y la comercialización. Se fue a vivir a la huerta y comenzó con la idea de producir y vender naranjas gourmet, sin intermediarios, que fueran directamente del árbol al consumidor. “Nosotros hemos apostado por una agricultura de calidad y ofrecemos que lleguen a los clientes frescas, recién recogidas del árbol, por lo que aguantan bastante tiempo”, cuenta Úrculo.
“La revolución de internet permite este modelo de negocio”, explica. Los clientes pueden hacer su pedido hasta las dos de la tarde. De dos a seis se empaquetan, a las seis se envían por mensajero y a las nueve de la mañana del día siguiente las naranjas llegan a su destino. “Al cliente lo que le gusta saber es que hace apenas dos días las naranjas estaban en el árbol. Y es que nosotros solo recogemos cuando hay un pedido”, afirma. En España el reparto se hace en 24 horas. En Francia llegan en 48 horas y en Alemania o Inglaterra, en 72 horas. “Es sorprendente lo rápido y fácil que ha sido internacionalizar el negocio”, reconoce. Con una mentalidad muy abierta y fresca, Úrculo ha utilizado a sus amigos de su época de erasmus en Alemania como embajadores comerciales, igual que otros conocidos ocupan esa labor en otros países. “De hecho comenzamos con la idea de la empresa porque cuando regalábamos naranjas a nuestros amigos les gustaban mucho”, confiesa. O también han regalado zumo en puestos efímeros en algún mercado de Madrid.
El 50% de su mercado se encuentra en España, un 30% en Alemania y el 10% en Francia e Inglaterra, aunque ya reparten a 16 países europeos. Cree que en lugares como Alemania valoran mucho la idea de tener naranjas frescas y de calidad enviadas directamente a casa. El cliente habitual son familias, sobre todo en el extranjero, pero en España también se suman oficinas, regalos de empresa y de particulares y pequeñas cafeterías. “No podemos servir a grandes superficies porque nuestra producción es limitada”. Su naranjal de Bétera, de 30 hectáreas, produce alrededor de 1,2 millones de kilos de naranjas y mandarinas.
Empleados: son socios los cuatro hermanos Úrculo y cuentan con cuatro empleados en la finca, entre ellos una ingeniera agrícola.
Facturación: 180.000 euros en 2012. La venta total de su producción actual través de la red les reportaría alrededor de 3,5 millones de euros.
Sede: Bétera (Valencia).
Países: en 16 diferentes naciones europeas, desde Portugal a Eslovenia.
El precio para una caja de 10 kilos es de 25 euros, con los gastos de envío ya incluidos, y 30 euros para una de 15 kilos. Un precio algo elevado para el mercado español. “En Alemania es barato, porque allí se vende la unidad por un euro en los supermercados”, asegura. Naranjas del Carmen también ofrece apadrinar un naranjo desde 88 euros al mes que da derecho al cliente a recibir 15 kilos cada semana. Sus naranjas son grandes y son para zumo. “No existe eso de naranjas de mesa y de zumo. Es una leyenda”.
Uno de sus problemas es que la producción es estacionaria, de febrero a mayo para la naranja, y de octubre a febrero la mandarina. Por eso están incluyendo otros artículos propios, como mermelada de naranja, polen o miel.
Apuesta por una agricultura de calidad
La empresa nació con la idea de vender directamente por internet. “Si quieres que sea rentable, tienes que vender tú. Los intermediarios están comprando la naranja de 15 a 17 céntimos al agricultor, pero a nosotros solo el coste del cultivo nos sale por 25 céntimos”, explica Gonzalo Úrculo, socio de la firma. Además, dice que la naranja que se vende en los supermercados suele llevar semanas en cámaras frigoríficas con etanol, para quitarle el verdor, y se le pone una capa de cera para que luzca bonita.
“Cuando llegué, los agricultores de la zona me miraban raro. Veían a un chico joven sin experiencia. No sabía más que ellos, pero sí sabía que había que cambiar la mentalidad. Quería más calidad, con menos productos químicos, haciendo las tareas manualmente”, relata. “El problema es que los productos químicos que utiliza el de al lado también nos afectan”.
Poco a poco ha ido explicando a sus vecinos su método de trabajo y la venta por internet. “Ya se acercan a preguntar si pueden vender sus naranjas con nosotros”. De momento no lo necesitan, porque solo dan salida a menos de la mitad de su producción a través de la red. “Pero en el futuro, si todo va bien, no lo descartamos, aunque tienen que poner nuestro mimo en el cuidado de los árboles”.