Rajoy, pieza separada
Aclaremos que formar o deducir pieza separada es en la jerga jurídica la decisión del juez instructor de desgajar de un determinado procedimiento alguna cuestión que merece tratamiento diferenciado por afectar a otras personas, presentarse en un ámbito geográfico o procesal distinto o incidir en otras especialidades del derecho penal, civil, mercantil, contencioso administrativo, etc.
Por eso, de manera análoga, en el debate de los días 20 y 21, celebrado en el Congreso de los Diputados sobre el estado de la Nación, hubiera tenido todo el sentido formar pieza separada con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
Primero, porque todos quieren que España entre en vías de recuperación, que vuelva a ofrecer confianza y credibilidad a los mercados, que regrese la inversión extranjera, que fluya el crédito, que entremos en la senda del crecimiento, que empiece la creación de empleo, disminuyan los tipos de interés a los que nos financiamos, que el servicio de la deuda represente una menor proporción de los presupuestos generales del Estado, que amainen los sacrificios soportados por los sectores más desfavorecidos, que haya un reparto más equitativo de las cargas impositivas, que se avance en la igualdad de oportunidades en el sistema educativo, que el servicio nacional de salud sea universal y gratuito sin degeneraciones privatizadoras para el negocio de los concesionarios y el perjuicio de los menos resistentes y así sucesivamente.
"Somos un gran país, antiguo, moderno y resistente y recuperaremos la confianza y la credibilidad"
Segundo, porque nuestro país no es quantité négligeable, sino uno de los cuatro grandes de la Unión Europea; porque más allá de las conveniencias que hayan llevado a las agencias de calificación y a determinados socios, con los que nos sentamos en Bruselas, a buscar en nuestro hundimiento; por mucho que el PP y sus máximos dirigentes celebraran e incentivaran el catastrofismo, cuando gobernaba el PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero; por muchas que sean las habilidades del primer ministro Mario Monti para acudir a ejercicios de prestidigitación que hicieran desaparecer a Italia del escenario de forma que España fuera el problema; en algún momento saldrá a flote la realidad y se impondrá su reconocimiento. Somos un gran país, antiguo, moderno y resistente y recuperaremos la confianza y la credibilidad.
Tercero, porque las mentiras flagrantes a la vista del público invalidan a un presidente. Así que, escuchado desde la Tribuna de Prensa el discurso del líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba y su dúplica, resulta incomprensible por qué aceptó el terreno de juego que había elegido con descaro el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien convirtió la sesión en un debate sobre el estado de la oposición.
Tampoco fue inteligible por qué Rubalcaba dejó que se escapara vivo, cuando le tenía en sus manos con las pruebas de su mentira descarada en el caso Bárcenas, del que aseguró que nunca habría pruebas, al que siempre reconoció un comportamiento ejemplar, al que han mantenido asalariado hasta diciembre y cuyas cajas de basura siguen custodiando en la sede nacional del PP en Génova, sin haber mostrado la menor curiosidad por su contenido, ni procedido a entregarlas al juez instructor, ni indagado por el origen de la fortuna cifrada en decenas de millones de euros, acumulada en Suiza por quien trabajaba full time, por decirlo en castellano, en las tareas de gerencia y tesorería de un partido político con más de ochocientos mil militantes y más de mil sedes, distribuidas por toda la geografía nacional y más allá, siguiendo los flujos de las corrientes migratorias.
Tendrá el PP los diputados que tenga, le quedarán tres años por delante hasta la próxima convocatoria electoral, tendrán un nuevo Papa, recuperará España la confianza y la credibilidad, que con gozo grande contribuyeron a hundir, pero las mentiras de su actual líder, Mariano Rajoy, hacen imposible su continuidad en la Moncloa.
A las críticas recibidas responde Alfredo Pérez Rubalcaba que hubo de optar entre dos debates –el de la mierda o el de la gente–, que le dio muy duro a Mariano Rajoy y que la frase donde le situaba bajo la dependencia de los ataques de sinceridad de Bárcenas tendrá continuidad. Veremos.
Miguel Ángel Aguilar es periodista.