Sindicatos e Iberia se alejan, mientras Fomento se resiste a instar un arbitraje
La reunión finaliza sin acuerdo Fomento se resiste a instar un arbitraje
Vísperas de mucho, días de nada. La dirección de Iberia respondió el martes a los constantes llamamientos al diálogo lanzados desde el Gobierno convocando a los sindicatos a una reunión. Esta tuvo lugar ayer y solo sirvió para añadir piedras al muro que separa a ambas partes. El ERE sigue en pie tal y como ha sido presentado, con 3.807 bajas y condiciones de la reforma laboral, y la huelga se mantiene. Desde UGT se manifestó máxima frustración y se advierte que las movilizaciones podrían subir de intensidad.
La empresa despedirá a 3.807personas, el 19% de la plantilla
“La empresa nos llamó para dar muestras al Gobierno y a la opinión pública de que está dispuesta a hablar, pero llegó sin propuesta alguna”, citan fuentes sindicales, “la dirección de Recursos Humanos está desautorizada por la propia empresa para avanzar y todo esto es puro teatro”.
Los ministros de Fomento e Industria, Ana Pastor y José Manuel Soria, llevan días exigiendo negociación. Tras el encuentro de ayer, la dirección de Iberia volvió a reiterar su disposición a sentarse con los sindicatos. Sus condiciones son que a mediados de marzo debe ejecutarse el ajuste, y que el futuro incremento de producción de Iberia pasa por lograr un ebit de 300 millones en 2015 (7,6% de las ventas), frente a las pérdidas de más de 300 millones que se registrarán en el ejercicio 2012. Un objetivo que los sindicatos creen irrealizable y pretenden trasladar al año 2017.
“Si alguien quiere negociar de verdad un plan de recortes como el de Iberia no te cita a las 12,30 del mediodía, lo hace a las 8 de la mañana o después de comer. Está claro que la cita no iba a durar mucho”, reflexiona uno de los convocados ayer. Ya el día antes se dijo desde el comité de huelga que no esperaban avance alguno. Y así fue, solo 15 minutos de encuentro, o de desencuentro.
La plantilla está llamada a la huelga desde el lunes y hasta las 24,00 horas de mañana viernes. Posteriormente, están anunciados otros diez días de paros en marzo (del 4 al 8 y del 18 al 22). En este contexto de batalla y con las posiciones enfrentadas, el Ministerio de Fomento está jugando el papel de mediador sin querer convertirse en árbitro por el momento.
La ministra Pastor ha declarado ya en distintas ocasiones que el Decreto Ley de Huelga ampara al Gobierno si este decide instar un arbitraje para detener el conflicto. Y afirma a renglón seguido que “el peor de los acuerdos es mejor que un arbitraje”. Su mano derecha, el secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá, templaba gaitas ayer: “No es razonable acabar con un laudo un conflicto tan complejo”, declaró a Efe, “insistimos en que las partes tienen que esforzarse en flexibilizar sus posturas” para alcanzar el “objetivo final” de unas condiciones salariales y organizativas que den viabilidad a Iberia.
Ni la empresa ni los sindicatos ven con agrado que un árbitro impuesto por el Ejecutivo acabe decidiendo el destino de Iberia. En un principio, no se espera que el Gobierno dé el paso en Consejo de Ministros, pero antes de que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría comunique los acuerdos este viernes se habrán celebrado nuevas concentraciones en la T4 de Barajas y en la T1 de El Prat. En la movilización del pasado lunes, más de 4.000 personas burlaron el cordón policial y tomaron la citada terminal del aeropuerto madrileño.
Reunión con el Sepla
Tras el fiasco de ayer, no hay nuevo cara a cara a la vista entre la dirección de la aerolínea y el comité de huelga, pese a que Iberia ya ha manifestado que convocará nuevos encuentros. Lo que sí tendrá lugar hoy jueves es una conversación entre la empresa y el sindicato de pilotos Sepla, desde donde se ha anunciado que los 1.400 pilotos de Iberia están llamados a secundar los paros del personal de tierra y tripulantes de cabina de pasajeros (93% de la plantilla) a partir del 4 de marzo.
El Sepla ha manifestado que los representantes de la plantilla han aceptado “fuertes sacrificios nunca vistos en el sector”: recortes de la masa salarial del 40%, reducciones de empleo y aumentos de productividad. El sindicato asegura que ha dado el visto bueno a reducir en un 60% los costes de operación de Iberia en los vuelos europeos y nacionales que presta Express y en los que Iberia compite con las low cost. “Lo único que pedimos es que IAG –holding en que se engloba Iberia– dé garantías de futuro y desarrollo profesional y que cumpla con sus compromisos con Iberia y Barajas.
Los sindicatos buscan la integración de Express en la matriz, que Vueling no entre a competir en Madrid, un compromiso de inversión en flota y un crecimiento de Iberia en cuanto se alcancen los objetivos de ahorro de costes.
Riesgo de paros en Semana Santa
La concentración de la tarde de ayer ante la sede de Iberia, fuertemente custodiada por la policía, volvió a ser toda una demostración de fuerza de los sindicatos y de unidad entre las distintas plantillas de la aerolínea (tierra y vuelo). Había miles de personas –la policía esperaba 9.000– protestando contra los recortes propuestos por la dirección horas después de que una nueva llamada al comité de huelga concluyera sin éxito.
Volvieron a verse pancartas poniendo de manifiesto el “desmantelamiento” de Iberia en beneficio de British Airways, y lanzando críticas contra la cúpula directiva de IAG y de la propia Iberia.
En declaraciones a Europa Press, el secretario federal del sector aéreo de UGT, Francisco Rodríguez, afirmó que “estamos en una situación en la que Iberia quiere acabar con la empresa. Esta mañana [por ayer] han hecho un paripé para que legalmente no puedan decir que no se ha reunido el comité de huelga; es una vergüenza”.
Ante la indignación generalizada, Rodríguez aseguró que se mantendrá el calendario de huelga acordado por el comité y “si la situación no se arregla” convocarán paros para Semana Santa y para “después”.
El representante de UGT agregó que “no se dan las condiciones legales para un laudo” por parte del Gobierno y ha añadido que este es un problema entre empresa y trabajadores que un arbitraje no puede solucionar.