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Editorial

Reyal Urbis y la falta de crédito

El origen de la crisis de Reyal Urbis, que ayer presentó el segundo mayor concurso de la historia empresarial de España tras el de Martinsa Fadesa, está en su propio nacimiento y tiene similitudes con el de ésta última. La compañía nació en 2007, cuando la burbuja inmobiliaria alcanzaba la máxima presión. El año anterior, Construcciones Reyal lanzó su opa sobre Inmobiliaria Urbis –cuyo accionista mayoritario era Banesto–; una operación valorada en 3.300 millones, muy cerca de los 3.600 millones de su actual deuda. Es decir, una compra a alto precio y en mal momento. Algo tan fácil de ver hoy como difícil era de percibir en la vorágine que vivía aquellos tiempos el sector inmobiliario. La nueva empresa nunca ha podido digerir su deuda, renegociada en varias fases, y menos conforme ha ido creciendo el crac inmobiliario. Además se encuentra con unas entidades para las que el sector ha sido una soga al cuello, con el agravante de que algunos de sus primeros acreedores están entre las rescatadas. De hecho, el mayor acreedor es Sareb, con 707 millones de euros –650 millones de Bankia y de NCG–. Reyal Urbis tiene una importante cartera de activos, y el objetivo de sus responsables es superar el concurso. Es lo deseable. Pero una vez más se constata la urgencia de que fluya el crédito para que las empresas sobrevivan a la crisis.

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