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Holanda y Luxemburgo, con mayor atractivo fiscal, sirven como territorios de tránsito

Solo el 23% de la inversión de EE UU en España llega de forma directa

Solo el 23% de las inversiones de Estados Unidos en 2012 en España llegaron sin recalar antes en un país de tránsito como Holanda o Luxemburgo. El nuevo convenio de doble imposición pretende acabar con esta situación.

Los últimos datos del Ministerio de Economía muestran que la inversión productiva extranjera en España hasta el tercer trimestre alcanzó los 8.605 millones y el 42% de ese importe procedió de Luxemburgo y Holanda. Supone un porcentaje excesivo si se tiene en cuenta el peso, relativamente pequeño de ambos países en la economía internacional. Cuanto menos resulta chocante que Luxemburgo invierta más en España que Alemania y Estados Unidos juntos. Y en realidad no es así.

La mayor parte de grandes empresas mantiene sociedades holdings en Holanda y Luxemburgo por su mayor atractivo fiscal a la hora de, por ejemplo, repatriar dividendos. Afortunadamente, la estadística de Economía permite diferenciar entre la inversión a través de países de tránsito y por inversor final.

De esa forma, si se tiene en cuenta la nacionalidad de las empresas que realizan el gasto, Estados Unidos se convierte en el primer país inversor de España. Sin embargo, el 77% del dinero que salió en 2012 de las empresas estadounidenses camino de España hizo escala en Holanda o Luxemburgo. No se trata de una situación nueva. Ha sido la tónica habitual. Si se toman como referencia los últimos diez años, los números reflejan que el 68% de la inversión de EE UU en España ha recalado en un país de tránsito.

En parte, esta situación se debe al Convenio de Doble Imposición que rige entre ambos países desde 1990 y que, en opinión de José Antonio Tortosa, socio del área de tributación internacional de KPMG Abogados, restaba competitividad a las empresas españolas que sufren una retención en Estados Unidos del 10% al repatriar dividendos. Y, en el lado contrario, provoca que, como muestra la estadística, las compañías americanas recalen primero en otros países de la UE para canalizar sus inversiones. Al hacerlo a través de un país tercero, los dividendos salen de España con destino a otro Estado comunitario -operación que no suele conllevar ninguna retención- y, de allí, se repatrían a Estados Unidos bajo condiciones más ventajosas que las contempladas en el convenio fiscal con España. Para la Agencia Tributaria, la utilización de sociedades interpuestas en países como Holanda o Luxemburgo supone, en muchas ocasiones, una planificación fiscal abusiva, mientras que las sociedades prefieren llamarlo planificación fiscal internacional.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos asegura que la "triangularización de las inversiones resta atractivo" a España y, por ello, ha presionado para que ambas Administraciones pactaran un nuevo convenio fiscal que, tras años de negociación, finalmente se firmó el pasado enero. Entre otros cambios, se facilita repatriar dividendos sin coste fiscal o tributando al 5% frente al 10% vigente hasta ahora. Los Parlamentos de ambos países deben dar el visto bueno definitivo al nuevo pacto.

En opinión del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el convenio de doble imposición equiparará la relación entre España y EE UU a la existente entre países que forman parte de la UE.

En cualquier caso, habrá que esperar para conocer el efecto real que tiene el nuevo convenio en las inversiones recíprocas de los dos Estados y comprobar si mengua o no la utilización de sociedades interpuestas en Holanda o Luxemburgo.

Algunas empresas entienden que resultaría más eficiente un convenio de doble imposición con EE UU a nivel europeo para evitar competencias entre países. Así lo defiende Clemente González, presidente de Alibérico, empresa española con presencia en Estados Unidos, que señala que el convenio firmado beneficia más a las empresas estadounidenses que a las españolas.

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