En busca del parado 6.000.001
Habrá más que seis millones de parados en la exploración que haga la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2013 y que publicará allá por el 25 de abril. Seguramente los habrá ya, a fecha de hoy.
Los habrá porque solo lo ha evitado ya en este último trimestre de 2012 la fuerte bajada del número de activos, nada menos que 176.000, el mayor descenso registrado en un solo trimestre en toda la historia. Los habrá porque sólo faltan para el cómputo 34.600 parados más de los 5.965.400 que como media da Estadística para el cuarto trimestre de 2012. Los habrá porque no ha concluido la destrucción de empleo todavía, aunque no debe faltar mucho a juzgar por algunas pistas que comienzan a aparecer.
El cuarto trimestre de 2012 ha sido el más intenso en destrucción de empleo que se recuerda desde el cuarto trimestre de 2008, cuando la crisis nos explotó en las manos, tras negarla institucionalmente mes tras mes. Con una destrucción de 363.000 empleos en los tres últimos meses de 2012, se cierra el año más dramático para el empleo que se recuerda, con la tasa de paro en el 26,02%, pero del que estábamos advertidos.
Tras seis meses de parodia política y económica, los transcurridos desde que Zapatero convocó las elecciones allá por julio de 2011 hasta que Rajoy tomó posesión la víspera de Nochebuena de 2011, el Gobierno contó el estado real del enfermo, que era mucho más preocupante de lo que se decía. Una parte del sistema financiero quebrado, una deuda pública rampante alimentada por el déficit público rampante y ocultado y por deudas apuntadas y no pagadas por las administraciones territoriales, una capacidad económica privada menguante y un mercado de trabajo parasitado que paralizaba las decisiones de ajuste de unas empresas a las que no les llegaba la camisa al cuerpo. Y un grifo financiero exterior que se cierra ante el temor de que España suspenda pagos.
Sin careta que oculte los daños, sin crédito y con instrumentos para ajustar más barato (la reforma laboral que abarata despidos hoy para abaratar contratos mañana) las empresas entran de lleno en el ajuste, en un proceso en el que le acompañan por vez primera en la historia el sector público. Si hasta mediado 2011 había engordado y engordado a consta de los impuestos de todos, desde entonces ha destruido más empleo en términos relativos que el sector privado (una pérdida del 7%, por el 4,3% privado), porque no lo puede pagar ni subiendo los impuestos.
Da la impresión de que tras varias reformas laborales de puro maquillaje, con la que hizo la señora Báñez y la imperiosa necesidad de ajustar los costes a la capacidad de la demanda (con fuertes caídas de renta disponible multiplicadas por caídas adicionales del empleo), el mercado de trabajo ha comenzado a funcionar como un mercado. Habrá que esperar para verlo cuando se cree empleo; pero ya ahora los ajustes se producen cuando cede la demanda de los bienes y servicios producidos y a un coste más razonable, aunque la referencia de los 20 días por año para los despidos no se haya, ni mucho menos, generalizado.
Mercado es cuando comienza ya a moverse la contratación en determinadas zonas estimuladas por la demanda de servicios turísticos, como Baleares y Canarias, donde o se ha creado ya empleo en 2012 o la destrucción ha sido testimonial. Mercado es cuando por un simple criterio de coste, y con la expectativa de rentabilidad empresarial cegada, se contrata más a tiempo parcial porque es más barato, en una huida no concluida hacia una menor calidad en el empleo.
Mercado es cuando colectivos sobre todo femeninos, de edades maduras, vuelven al mercado de trabajo para suplir la renta de los cabezas de familia que la han perdido. Mercado es, en definitiva, cuando la falta de oportunidades genera salida de españoles y de extranjeros residentes a la busca de empleo fuera.
Seguramente ya hoy hay seis millones de parados, o seis millones uno, porque enero no parece haber sido muy diferente de lo que ha sido diciembre, pese a que, es verdad, han cambiado a favor las expectativas financieras sobre España. Los expertos siguen apuntando a una caída adicional en el sector público, de no menos de 250.000 nuevos trabajadores, funcionarios o no. El ajuste privado neto podría haber concluido, aunque habrá destrucción en algunas actividades no del todo purgadas, y creación de empleo en otras que se han ajustado antes y sobre las que comienza a crecer la demanda.