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El foco

Salir reforzados de la crisis

La economía española comienza a ofrecer signos que anticipan una recuperación. El secretario general del Tesoro explica cómo esas señales han calado en los mercados y cuáles son los retos que afronta España.

Íñigo Fernández de Mesa, secretario general del Tesoro

En los últimos tiempos los mercados de deuda pública en la zona euro han adquirido un protagonismo excesivo. En circunstancias normales, la deuda del Estado sería un activo financiero más en una constelación muy amplia de distintos productos y emisores, ofreciendo una combinación relativamente reducida de rentabilidad y riesgo. El Estado se endeudaría en el mercado de capitales a un tipo de interés determinado fundamentalmente por la política monetaria de la zona euro, pagando algo más o algo menos en función de las variables fundamentales de su economía, como el crecimiento económico, el déficit público y el volumen de deuda pública en circulación. La crisis actual ha llenado el mundo de expertos en la interpretación de cada movimiento de la prima de riesgo. La deuda del Estado no es más que un producto cuyo precio debería responder a las expectativas de crecimiento y al resto de las variables macroeconómicas citadas.

España padecía al principio de la crisis una serie de desequilibrios que se están corrigiendo con mucho sacrificio. En pocos años hemos reducido nuestro déficit por cuenta corriente gracias a la mayor competitividad de nuestras empresas, que están logrando exportar dentro y, cada vez más, fuera de la zona euro. Las medidas de política económica que está implementando el Gobierno son necesarias y el resto del mundo empieza a reconocer su eficacia.

La confianza de los inversores en España se basa en la certeza de que nuestra deuda es una buena inversión, en que el Gobierno perseverará en las reformas y en que nuestro país va a ser capaz de recuperar su senda de crecimiento potencial. La deuda pública en España es claramente sostenible. Las previsiones actuales indican que hemos cerrado el año con una ratio deuda/PIB de en torno al 86%, aún más de siete puntos por debajo de la media de la zona euro. En 2012 se ha hecho un esfuerzo muy importante para reducir el déficit de las Administraciones públicas. Además, es necesario separar el déficit en el que Europa ve reflejado nuestro esfuerzo fiscal del componente atribuible a la recapitalización del sistema financiero: este déficit ya ha sido financiado con ayuda de nuestros socios comunitarios y en mejores condiciones de plazo y tipo de interés de las que pueda obtener en el mercado cualquier Gobierno europeo. La recapitalización de algunas entidades financieras ha aumentado la deuda entre tres y cuatro puntos porcentuales del PIB. Ciertamente, es una cantidad muy significativa, pero no son, ni mucho menos, cifras que puedan amenazar la solvencia del Estado.

El Gobierno de España está convencido de que nuestra economía ha de cambiar para poder crecer y está impulsando reformas de gran calado que darán resultado en los próximos meses y años. Tras un año de importantes reformas, los inversores y analistas con los que trato a diario, aun incidiendo en la gravedad de la crisis a la que nos enfrentamos, reconocen estar impresionados con lo que está logrando nuestro país. Observan que nuestras empresas son cada vez más competitivas, nuestros productos son cada vez más innovadores y nuestros trabajadores están cada vez mejor cualificados. Si perseveramos, dicen, vamos a salir de esta crisis muy reforzados.

La gran pregunta que queda es, por tanto, si somos capaces de crecer y cuándo. Reconociendo los sacrificios que se está pidiendo a los españoles, lo cierto es que España está emitiendo algunas señales que anticipan una recuperación a través de, entre otras variables, la competitividad exterior. Los costes laborales unitarios llevan cayendo varios años mientras han aumentado en los países de nuestro entorno. Las exportaciones de bienes y servicios no relacionados con el turismo crecen y aumenta también la proporción de nuestras exportaciones destinadas hacia otros continentes, lo que hace que la recuperación dependa menos del crecimiento en Europa. El sector privado -hogares, empresas, entidades financieras- está reduciendo su endeudamiento a base de ahorro y esfuerzo. Pensamos que España podrá comenzar su recuperación económica a partir de los últimos meses de este año.

Gracias a que el esfuerzo de los españoles está siendo reconocido en los mercados, el Tesoro público logró completar su programa de financiación en 2012 y ha comenzado 2013, año en el que necesitamos un volumen similar de financiación, en buenas condiciones. El Tesoro afronta este nuevo ejercicio con confianza y con prudencia.

Este año el Tesoro público necesita obtener financiación bruta de entre 215.000 y 230.000 millones de euros, lo que implica una emisión bruta a medio y largo plazo de entre 106.000 y 121.000 millones de euros. Se espera que la financiación neta (que se define como la financiación bruta menos las amortizaciones), de hasta 71.000 millones, se obtenga aumentando el saldo de bonos, obligaciones y otras deudas a medio y largo plazo en unos 59.000 millones, y el de letras del Tesoro en unos 12.000 millones. Se trata de un programa exigente pero con un gran número de reformas ya hechas, con la parte vulnerable de nuestro sistema financiero ya recapitalizado, empezamos el año con menos incertidumbres que el año pasado. Existe ahorro más que suficiente en el mercado de capitales y la recuperación de la confianza de los inversores en España debe permitirnos obtener los recursos para financiar nuestra economía en condiciones razonables. En este sentido, hemos observado un importante cambio de tendencia, que se ha traducido en una importante entrada neta de capital extranjero desde el pasado mes de agosto.

Dicho todo esto, la crisis se debe a mucho más que al endeudamiento de un solo país. Una parte no despreciable de la situación en los mercados de deuda durante el pasado año se ha debido a una crisis de confianza en el proyecto del euro. Dadas las variables fundamentales de nuestra economía, en una unión monetaria no es eficiente que una empresa, a la hora de financiarse, tenga que pagar medio punto porcentual de interés más que otra empresa de igual solvencia por el mero hecho de situarse en un lugar u otro de la zona euro. Es necesario reparar el mecanismo de transmisión de la política monetaria única para que la inversión cale en las empresas competitivas de todos los países. En esta tarea estamos trabajando todos los Gobiernos de la eurozona, sin excepción. A lo largo de los dos próximos años veremos muchos progresos en la integración financiera, económica e institucional que hará de Europa un ente mucho más eficaz a la hora de resolver los problemas de los ciudadanos, y una economía mucho más dinámica y competitiva.

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