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Tribuna
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Ventas de inmuebles a los no residentes

Ciertamente que la situación de nuestro país es apurada en muchas facetas. La debacle inmobiliaria es una de ellas, el sector ha sido jibarizado y tiende hacia el cero infinito, dejando un reguero de desastres de toda índole. Destaquemos uno de ellos, el exceso de edificación en costa que no encuentra comprador, porque se ha construido más que lo que el mercado existente podía absorber. Estos edificios han pasado al balance de los bancos financiadores y, en el caso de las entidades nacionalizadas, a la recién nacida Sareb; la capacidad de asimilar esta oferta por parte de la demanda nacional y de la Europa Occidental es limitada. Hay que buscar nuevos yacimientos de clientes.

Este hecho enlaza con la posibilidad abierta por el ministro de Asuntos Exteriores en sede parlamentaria para facilitar la residencia sin permiso de trabajo a los compradores de estos excedentes de viviendas de nuestras múltiples y variadas costas.

Ciertamente la noticia, globo sonda o como quiera llamársele, originó un más que notable revuelo, la música de lo que se dijo y escribió entonces poco menos que tronaba contra la venta de la primogenitura por un plato de lentejas. En diferentes medios se publicaron comparativas de las posibilidades que concedían países de nuestro entorno a los compradores de inmuebles y las ventajas de toda índole con las que trataban de incentivar esas transmisiones, o sea que parece que la iniciativa ministerial no era una ocurrencia.

Pasando por alto las reacciones habidas, el hecho cierto es que tenemos un exceso de edificación difícil de colocar al usuario final, inmuebles residenciales, para pasar periodos vacacionales y consumir sobre el terreno, elemento particularmente atractivo en el momento en que vivimos. Se nos abre una posibilidad de conseguir varias cosas a la vez. De una parte, transformar en liquidez activos ociosos, y de otra, que con recurrencia vengan a nosotros ciudadanos de otros países, que consumen, generan IVA, pagan los impuestos que gravan la propiedad; en definitiva, crean valor añadido.

Este hecho cierto que afecta al sector inmobiliario y a los balances de las entidades financieras marida muy bien con un hecho no menos cierto y es que en los países del este de Europa hay una notable apetencia de sol, mar y de un país como el nuestro, con más de 60 años de cultura de atención al cliente, que ha hecho que el turismo sea uno de los más importantes aportadores al PIB nacional. Ayuda el hecho de que en los países del Mediterráneo en la órbita islámica las cosas se están poniendo cada día más complicadas para el turista, residente o no, que por encima de todo busca tranquilidad y sosiego. Que este hecho se potencie con medidas que faciliten la residencia en nuestro país ayudaría a hacer más atractiva nuestra oferta turístico-inmobiliaria.

No sé el tiempo que se tardaría en modificar la Ley de Extranjería y el reglamento que la desarrolla. Tampoco estoy seguro de que sea necesario; en principio, bastaría con una mayor pro actividad de los poderes públicos que intervienen en la validación y tramitación de los permisos de residencia. Lo que no es de recibo es que un simple NIE pueda tardar en tramitarse más de dos meses y sin ese numerito no es posible realizar una compraventa en España. La residencia es una posibilidad de todo extranjero no comunitario que reúna una serie de condiciones, como son: carencia de antecedentes, disponibilidad de dinero en cuentas de bancos españoles, seguro médico que le cubra cualquier contingencia, etc. Si el reglamento que regula la ley introduce variables que incentiven la compra de inmuebles, buena cosa sería, para poner en valor inmuebles vacíos y crear valor añadido y puestos de trabajo en su entorno.

Visto desde el lado del potencial comprador, la simbiosis parece posible. Clima, historia, gastronomía, historia y cultura, infraestructuras y servicios de toda índole de primer nivel en todos los variados litorales españoles ayuda también el abaratamiento de los transportes aéreos sin necesidad de entrar en los vuelos chárter. Ofrecemos buen clima, seguridad y un ocio creativo que ofrece infinitas posibilidades, amén de un notable interés de disponer de un inmueble en un país como el nuestro. Si además se les abre la opción de conseguir la residencia, es un elemento más que incentiva una voluntad de compra que ya existe. No queda otra que abrirnos a nuevos mercados y el este de Europa es uno de ellos, el más próximo y el más deseoso, porque entre ellos nuestro país goza de muy buen cartel y nosotros les necesitamos.

José Luis Marcos Muñoz es Presidente de Proel consultoría

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