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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El motor europeo echa a andar

Pese a que no hubo sorpresas en Fráncfort -Mario Draghi cumplió con lo esperado y mantuvo los tipos de interés en el 0,75%-, la reunión del Banco Central Europeo, unida al rotundo éxito horas antes de la subasta del Tesoro, desató ayer una ola de euforia en los mercados de deuda. Draghi se refirió a la mejora que han experimentado los mercados financieros en los últimos meses, pero también advirtió de que esa suerte de convalecencia no se ha reflejado todavía en la economía real, y que se trata de una cuestión de tiempo. El italiano tiene argumentos sobrados para defender la mejora de la situación. El viento ha amainado considerablemente desde que el BCE anunció el pasado verano su intención de poner en marcha un programa especial de compra de deuda. La caída de las primas de riesgo, las subidas en las Bolsas, la escasa volatilidad, el aumento de los depósitos en las economías periféricas o la menor dependencia del BCE de estos países son síntomas claros e inequívocos de que el enfermo ha comenzado a estabilizarse. En España, el bono caía ayer al 4,9% por primera vez en 10 meses, mientras la prima de riesgo se desplomaba hasta los 334 puntos. El Tesoro lograba captar 5.800 millones -800 más del máximo previsto- a unos tipos considerablemente más bajos.

Cuestión diferente es que la situación se haya "normalizado", tal y como sostuvo Draghi, quien recordó que la fragmentación del mercado financiero se "está reparando". Una reparación que está en marcha, pero a la que resta un trecho importante antes de que se pueda hablar de normalización. A la espera de que el mercado interbancario vuelva a funcionar como antes de la crisis y a la espera también de que se reabra el grifo del crédito a empresas, Administraciones y particulares, el término normal parece todavía prematuro para calificar la situación actual.

Aun así, parece obvio que el motor de la máquina ha echado a andar y que la estabilización de los mercados financieros tendrá su reflejo en las economías de la Europa del euro. Como advertía también el presidente del BCE, no es tiempo todavía de sentarse a descansar. Estamos aún en zona de minas y flanqueados por los riesgos que suponen las commodities, los precios y las políticas -o más bien la posible inactividad- de los Gobiernos. En ese sentido, sería un error pensar que la ola de reformas estructurales que la crisis ha provocado en Europa ha llegado a su fin, o que el trabajo de la consolidación fiscal agota la lista de deberes. Las previsiones de Fráncfort apuestan por un comienzo de recuperación económica en la eurozona este mismo año. Pero para que ello suceda, no solo el motor de los mercados, sino también el de las reformas debe mantenerse en marcha.

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