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Columna
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La austeridad enciende Belfast

Un operador en la Bolsa de Nueva York
Un operador en la Bolsa de Nueva YorkReuters

Irlanda del Norte ha escogido un momento difícil para revisar su sectario pasado. Los disturbios en Belfast recuerdan a las grandes batallas entre los que quieren ser parte de una Irlanda unida y aquellos que quieren seguir siendo parte de Reino Unido. La decisión de limitar el tiempo que puede ondear la bandera británica en el Ayuntamiento de Belfast ha hecho saltar la chispa. Pero el efecto de la austeridad en una economía débil y fuertemente subsidiada está dando el combustible.

Los recortes impuestos por Londres han golpeado de forma desproporcionada a Irlanda del Norte, ya que su economía depende en gran parte del apoyo financiero de Westminster. Los ingresos anuales por impuestos solo cubren la mitad del gasto norirlandés. El resto procede de otros contribuyentes británicos. Casi un tercio de los empleos del país están en el sector público, contra la media de un quinto de Reino Unido.

Podrían necesitarse soluciones radicales. Los consumidores y empresas de Irlanda del Norte tienen un gran problema de apalancamiento, debido a la caída del 50% de los precios inmobiliarios. Transferir los préstamos a algún tipo de banco malo estatal podría ayudar.

También lo haría que el país tuviese un mayor sector privado. Para ello, una idea es reducir el impuesto de sociedades del 23% al 12,5% que se paga al en la República de Irlanda. Pero convertirlo en un paraíso fiscal conlleva grandes peligros. El éxito de Irlanda al atraer inversión extranjera ha tenido mucho que ver con otros regalos fiscales, como el tratamiento de los ingresos por dividendos de filiales extranjeras. Mientras, otras zonas de Reino Unido relativamente empobrecidas no verían con buenos ojos que sus empresas y trabajadores se fuesen a Irlanda del Norte. Si la bajada del impuesto de sociedades no genera ingresos adicionales, las ayudas de Westminster podrían reducirse. Y en un entorno social inestable, los niveles de

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