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Un regalo de Reyes para la banca

En 2010 el comité mundial de banqueros centrales impuso una nueva ronda de exigencias de liquidez y capital a la banca mundial. Basilea III, que así se denominó, intentaba sentar las bases para que, a partir de 2015, el sistema financiero mundial fuese más sólido ante sucesos como la quiebra de Lehman. Pero estas mayores exigencias han sido relajadas anteayer, día de reyes, tanto en plazo como en condiciones.

La banca, según estas normas, debería tener capacidad para afrontar 30 días de estrés financiero. Esto significa que debe tener activos líquidos de alta calidad (es decir, que pueda vender rápidamente) para pagar sus compromisos financieros en este plazo. El regalo de Reyes para la banca es que no tendrá que cumplir íntegramente esta condición hasta 2019, y que en 2015 solo tendrá que tener cubiertos el 60% de los compromisos.

Pero quizá más importante es que se ha ampliado el rango de lo que se consideran activos líquidos de alta calidad para este fondo de contingencias. Ahora se incluye deuda de empresas con menores ratings (hasta BBB-, último escalón antes del bono basura), acciones y determinadas titulizaciones hipotecarias.

Asuntos aburridos en extremo, sí, pero importantes. Por lo que son y lo que significan. El cambio del día de Reyes dará más aire a la banca, al no tener que inmovilizar tantos activos para este colchón. A cambio, lógicamente, su solidez será menor. Quid pro quo. Por eso el cambio es tan relevante. En 2010 la prioridad de los banqueros centrales era blindar el sistema para no vivir otra crisis. Eran otros tiempos, claramente.

Como comentan en Alphaville, ahora el BIS parece querer decir otra cosa: “si ustedes no prestan dinero no nos echen la culpa a nosotros”. Salir de ésta como sea. Y algo más. Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan, aseguró que EE UU debería abandonar el BIS si no se realizaban cambios en Basilea III, una señal de hasta qué punto la banca estadounidense quería acabar con esta normativa.

Sobre el efecto final de los cambios no se puede decir gran cosa. El ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, responsable del comité de supervisión, considera que de este modo se llegará a unos requisitos globales de solidez bancaria sin que éstos afecten al crédito. Otros comentaristas sugieren que, al permitir computar como liquidez bonos de empresas de bajo rating, la creación de crédito se dirigirá a grandes corporaciones, y no a pymes que no tienen rating. En fin, que ni idea.

Pero, quizá, lo más llamativo es el cambio de perfil que hemos citado. En 2010 ya nadie se creía mucho aquello de refundar el capitalismo, pero al menos los banqueros centrales se habían propuesto atar en corto a la banca. Hoy esta necesidad ha pasado a un segundo plazo, en el que será el quinto año de crisis financiera, con bancos más grandes que nunca. Hoy toca no hundirnos más en el pozo, y por eso la banca, sobre todo la estadounidense, recibió su regalo de Reyes.

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