Ecosistema emprendedor: una senda positiva
Que la tecnología y la innovación son dos pilares esenciales para revitalizar la economía, es un principio más que compartido. Y que impulsar el emprendimiento es otro vector para el crecimiento, también. La cuestión crítica es la de cómo pasar del dicho al hecho, esto es: cómo propiciar el ecosistema que ayude a identificar e impulsar las ideas de negocio rompedoras para convertirlas en empresas con proyección internacional, rentables y que, por ende, creen riqueza.
La buena noticia es que desde los últimos años afloran en España más fuentes y canales de apoyo y financiación para los emprendedores, englobando en este concepto a individuos o equipos que simplemente cuentan con una idea innovadora, además de a empresas en fase de arranque o que operan desde hace pocos años.
Este hecho puede parecer paradójico en un contexto en el que es muy difícil acceder al crédito y en el que se cuestiona el atractivo de nuestro mercado para invertir; pero afortunadamente es así.
En el último año y medio hay constancia de la celebración de más de un centenar de foros y congresos por toda la geografía nacional para abordar el papel del emprendimiento como dinamizador del tejido empresarial, así como de ferias, speed datings o speed networkings en todas sus modalidades para promover contactos y negocios entre emprendedores e inversores.
También es notable la creación de programas estructurados de captación de talento y de apoyo con asesoramiento y capital, como incubadoras o aceleradoras de inversión.
Estas iniciativas proliferan cada vez más desde la esfera privada de empresas y escuelas de negocio y, con mayor o menor éxito, todas concurren en el objetivo de activar la actividad empresarial, especialmente de start ups tecnológicas centradas en la digital enterprise y en el usuario final. La Academia Wayra de Telefónica es un ejemplo muy visible y la creación del Centro Internacional Santander de Emprendimiento, una de las más recientes.
Como piezas clave de este ecosistema que se está formando en nuestro país figuran dos actores relevantes en la financiación. Por un lado, el venture capital, modalidad del capital riesgo especializada en invertir en empresas en fases iniciales de desarrollo. Si bien el total invertido cayó un 24% en el primer semestre, el número de proyectos en los que se inyectó capital aumentó un 20%.
Por otro lado, el business angel, que apuesta de manera particular y que tiende a organizarse cada vez más a través de asociaciones y redes, como el caso de ESADE BAN. Aunque son muy diferentes entre sí en cuanto a objetivos y modus operandi, venture y angels participan de forma intensa en este engranaje.
Más recientemente, también concurren proyectos de financiación colectiva o crowdfunding, en referencia a las plataformas online para recaudar financiación a través de aportaciones monetarias de personas que quieran ver realizado un proyecto o participar de algún modo en él.
Así con todo, confiamos en que se sigan consolidando estas piezas que conforman la parte empresarial del emprendimiento en nuestro país. Otros aspectos fundamentales y que no debemos subestimar son el social, que abarca el cultivo y desarrollo del espíritu emprendedor y la tolerancia al fracaso, y el regulatorio, pues aún esperamos que vea la luz la Ley del Emprendedor. Ambos asuntos merecen un capítulo aparte.
Alberto Gómez / Nico Goulet. Socios directores de Adara Venture Partners.