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El euroaño 2012 en cuatro viñetas

QUE NO QUIERO VERLO

En la primavera de 2012, Bruselas perdió la paciencia con el Gobierno de Rajoy. Un Gobierno con los presupuestos del año anterior aún prorrogados, con las cifras de déficit público corrigiéndose al alza una y otra vez y con el sector financiero pendiente de la enésima ley de reforma. De ese período data la famosa foto de Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, "estrangulando" amigablemente al ministro español de Economía, Luis de Guindos. Poco después, Juncker convocó una reunión extraordinaria del Eurogrupo, el 9 de junio, para zanjar el problema financiero español con un rescate de hasta 100.000 millones de euros. El Gobierno, empecinado en negar la realidad, desmentía tal convocatoria la misma mañana de aquel sábado. Por la tarde, con el rescate ya anunciado oficialmente, al ministro De Guindos le tocaba la papeleta de intentar convencer al público que el rescate no era lo que parecía, sino un préstamo incondicional que los socios de la zona euro habían tenido la gentileza de ofrecernos.

LA MAYÓ DE MI AFISIONEE...

La rueda de prensa de De Guindos para camuflar el rescate hizo más revelador el estruendoso silencio del Palacio de la Moncloa. Por primera vez, el presidente de un país rescatado (aunque en el caso español fuera parcialmente) no comparecía para admitir ante la opinión pública para explicar los sacrificios que conllevaría la devolución de un préstamo equivalente al 10% del PIB nacional (a estas alturas del año, solo se ha consumido el 40% del préstamo). La estrategia fracasó. Y el domingo por la mañana, Rajoy tuvo que dar su propia rueda de prensa para anunciar que se marchaba a Polonia al primer partido de la selección española en la Eurocopa de fútbol, dado que el innombrable asunto había quedado resuelto.

Y MANDÓ A PARAR

El préstamo de hasta 100.000 millones de euros cayó como una losa sobre la imagen de España en los mercados. Y los tipos de interés de su deuda se dispararon hasta cifras récord desde el nacimiento del euro. La cumbre europea de finales de junio intentó frenar la espiral, con una declaración, arrancada por Rajoy y el primer ministro italiano, Mario Monti, a favor de la unión bancaria y la ruptura de ese círculo vicioso que estaba convirtiendo la deuda privada de los bancos en deuda pública del Estado. Los inversores tomaron nota con escepticismo del anuncio. Y la prima de riesgo siguió desbocada durante el mes de julio... hasta que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, lanzó su famoso conjuro en plena City londinense. "Y créanme, será suficiente" (And believe me, it will be enough). Sus palabras se materializaron en septiembre en forma de un programa de compra de deuda que, aun sin ponerse en marcha, ha estabilizado, temporalmente al menos, los mercados.

SOS PREJUICIOS

Si Draghi protagonizó el momento decisivo de 2012, también le tocó sufrir el más espeluznante, por lo menos, a juicio de este bloguero. Fue el pasado 6 de diciembre, al final de su última rueda de prensa de este año en Fráncfort. Al término de esa cita, Draghi se dirigió, fuera de micrófono pero perfectamente audible, a un periodista alemán, al que preguntó: "¿Por qué le causa tanta desconfianza que yo sea italiano? ¿Qué problema hay?" (minuto 54 de este video). El presidente no perdió la sonrisa, pero sus palabras evocan fantasmas que causan pavor. Y si al presidente del BCE, como a cualquier persona, se le puede criticar su labor actual o pasada, resulta infame que se desconfíe de él por su lugar de nacimiento. Sustituyan la nacionalidad por cualquier otra referencia étnica, política, religiosa o sexual, y comprueben si sienten algún escalofrío.

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