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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Opciones para invertir, deberes que completar

Como cada final de año, llega el tiempo de realizar balances, reorganizar prioridades y planificar estrategias. Es momento de reflexión también para los inversores y una buena ocasión para ajustar los objetivos y replantearse las oportunidades financieras en función del perfil personal, el nivel de aversión al riesgo y la propia evolución de la coyuntura económica. Las recomendaciones de los analistas apuntan a diez grandes activos estrella por los que apostar en este nuevo año. Un menú variopinto que incluye desde opciones en renta fija y variable hasta activos que continúan manteniendo su fuerte atractivo -como el oro-, productos financieros -los depósitos-, divisas materias primas, deuda corporativa e incluso ladrillo. Tras un año marcado por el azote de la crisis de deuda soberana en Europa, las aguas comienzan a volver a su cauce y todo apunta a que el atractivo de que han gozado en 2012 los activos refugio, como es el caso del bono alemán, disminuirá. La ola de reformas emprendidas en el continente, la decisiva intervención en los mercados del Banco Central Europeo y la puesta en marcha del proyecto de la unión bancaria han ahuyentado riesgos y comenzado a estabilizar las primas de riesgo de los países más castigados por la desconfianza de los inversores. Como consecuencia de ello, la inversión en deuda pública en la Europa periférica reaparecerá en 2013 como una buena ocasión para obtener rentabilidades atractivas, especialmente en los picos de mayor tensión, con menor riesgo. Otro tanto ocurrirá con la deuda de las economías emergentes, cuyos ratios de déficit fiscal y deuda pública sobre PIB son mucho más equilibrados que los que ofrecen los países desarrollados, y que los expertos aconsejan como objetivo para reforzar la cartera de renta fija. Asia destaca un año más como imparable motor económico. Pese a que el ritmo de crecimiento en la región ha disminuido, las cifras siguen siendo formidables y el crecimiento de su clase media asegura la salud de sus empresas. Ello hace de la renta variable asiática otro objetivo de primera línea para rastrear altas rentabilidades.

En general, los analistas aconsejan poner de nuevo La mirada en la renta variable. La mejora en la evolución de la deuda pública europea, con primas de riesgo que poco a poco recuperan niveles más sostenibles, hará que los parqués recuperen atractivo y el potencial de revalorización de las Bolsas del continente aumente considerablemente. En España, la guerra del pasivo desatada entre las entidades financieras en su intento por captar liquidez convierte los depósitos bancarios en otra interesante opción para invertir, aunque sin perder de vista la necesidad de estudiar no solo la rentabilidad del producto, sino también la solvencia y estabilidad de la entidad. La caída del precio de la vivienda, unida al efecto que tendrá en el mercado inmobiliario la creación de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) -el banco malo- y la reforma de las sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario (Socimi) abren nuevas oportunidades para invertir en ladrillo. La apuesta por los fondos sectoriales, los bonos de alto rendimiento, la deuda corporativa, el oro y las materias primas completan este amplio abanico de opciones para colocar el dinero en el año entrante.

Pese a que los analistas coinciden al augurar que en 2013 el protagonismo de los Gobiernos menguará al tiempo que aumentará el de las empresas -algo que constituiría la mejor de las noticias- el potencial de buena parte de los escenarios de inversión depende de que se completen las reformas económicas pendientes. En el caso de España, quedan muchas tareas por hacer y poco tiempo para aprobarlas y ponerlas en marcha. El Ejecutivo de Mariano Rajoy debería ser consciente de la necesidad de reorganizar la agenda de sus prioridades y la dosis de esfuerzo puesta en cada tarea. Ello implica necesariamente dedicar menos tiempo a aquellas tareas que dependen poco de España y mucho de Bruselas y prestar más atención a la larga lista de deberes que restan por acometer. Una lista que incluye aspectos de tanta trascendencia como la reforma energética, la reordenación de la Administración pública, la eliminación de las persistentes trabas autonómicas al libre mercado o la transformación del modelo de educación.

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