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Columna
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Abismo fiscal y social

La creciente desigualdad en EE UU demuestra la necesidad de una reforma fiscal. Un estudio de Reuters muestra que los cambios fiscales y la externalización federal han ayudado a canalizar los ingresos de los ricos a costa de los pobres y la clase media. Esto explica en parte por qué la brecha se ha ampliado en 49 de los 50 estados desde 1990. Esta polarización puede ralentizar el crecimiento y alimentar la inestabilidad financiera. Restaurar un cierto equilibro sería justo y racional.

Un grado de desigualdad es económicamente sano, al proporcionar un incentivo para el trabajo duro y el espíritu empresarial. Pero en EE UU se ha ido de las manos. En algunas de las ciudades más plutocráticas de la nación, como Washington D.C., el 5% de los asalariados gana ahora 50 veces más que el promedio de la quinta parte de la población. una brecha expandida durante la última década.

El gobierno federal parece haberlo agravado. Las reformas fiscales desde 2000 han impulsado la media anual de ingresos del 0,1% de los asalariados en casi 400.000 dólares, mientras que los más pobres recibieron una subida anual media de menos de 100. Mientras, la externalización de muchas funciones federales ha creado una clase de contratistas millonarios alrededor de la capital del país.

Este abismo es ya una carga para EE UU. El acomodado gasta una proporción menor de sus ingresos, por lo que la demanda sufre con más desigualdad. Un informe de la Universidad de Arkansas calculó que el gasto del consumidor sería un 12% mayor si la diferencia entre ricos y pobres no hubiese aumentado en las dos décadas anteriores. Al ahorrar más, los ricos ayudan a inflar burbujas en los mercados financieros. Cuando los ingresos de las masas se estancan, los políticos y los reguladores están tentados a compensar proponiendo estándares crediticios menos exigentes.

Los políticos de Washington deberían ser sabios para tomar estos riesgos en cuenta cuando reformen el código fiscal en los próximos meses.

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