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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pulso de altura en la crisis de Iberia

La reestructuración de Iberia ha derivado en una trifulca entre el Gobierno y la compañía, con los sindicatos como testigos, de la que difícilmente va a salir algo bueno. La ristra de mensajes que viene lanzando el Ejecutivo por medio de diferentes ministerios (Fomento, defendiendo la "españolidad" de la empresa, o Empleo, pidiendo "sensibilidad" al aplicar a los 4.500 despidos previstos la reforma laboral que el propio departamento diseñó) ha alcanzado las cotas más altas de la mano del titular de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, quien se ha prodigado en recados que culminaron ayer con la perla de que ve "inaceptable" que haya que pasar por Londres para ir a La Habana, en referencia al plan de suspensión de rutas de Iberia. Es cierto que Iberia perdería mucho de su razón de ser si deja de ser trampolín entre Europa y América Latina. Y más si es en favor de un hub en Londres. Pero su difícil futuro y las dudas sobre la eficacia de su fusión con British Airways en IAG son suficientemente preocupantes como para abordar esta crisis con más sosiego tanto por la empresa como por el Gobierno. Si este, a través de la participación de la nacionalizada Bankia y de la SEPI, se considera el principal accionista de Iberia, que ejerza como tal y obre en consecuencia. Lo demás es dar oportunidades a una competencia que ya sobrevuela posibles víctimas y un rico mercado.

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