El ahorro garantiza la renta y la inversión
Los volúmenes de la industria de los fondos de pensiones están estancados desde que comenzó la crisis, ya en 2008, y estancado está el número de personas que tienen en su cartera financiera un fondo cautivo para elevar su renta tras el retiro laboral. Con una norma reciente, y víctima como ha sido ya de varias modificaciones de financiación, fiscalidad y rescate, la que estaba destinada a ser la tercera pata del sistema de protección contra la vejez ha tenido un desarrollo limitado y sigue a años luz en tamaño y ventajas de los países anglosajones. No podemos considerar que es una herramienta de ahorro y un instrumento de inversión maduro y, por tanto, debería crecer notablemente en los próximos años, cuando la economía y las finanzas de los hogares mejoren.
En el mundo hay casi 13 billones de euros depositados en fondos de pensiones, con 3,15 billones en Europa, que se concentran sobre todo en Reino Unido (1,1 billones, más que el PIB de España) y Holanda, con 800.000 millones. España solo aporta unos 82.000 millones de euros, de los que son titulares algo más de ocho millones de personas y tiene, por tanto, mucho camino que recorrer para hablar de volúmenes importantes. De hecho, los españoles solo tienen en este tipo de herramientas el 7,5% del PIB y destinan más dinero a fondos de inversión puros, y por supuesto mucho más (un 45% de su riqueza financiera) a instrumentos tan conservadores como los simples depósitos.
El severo ajuste económico experimentado desde 2008, que ha recortado notablemente el empleo, la renta regular disponible y la riqueza financiera de los españoles, además de haber echado una cortina de niebla ante sus ojos que nubla las expectativas de toda la nación, ha sido quien ha paralizado los movimientos del ahorro, en estos instrumentos y cualquiera otros que los particulares hayan puesto en marcha. Han destinado demasiados esfuerzos para financiar la vivienda, hasta el punto de convertirla, todos un poco y unos pocos mucho, en un activo especulativo, y han secado las opciones del resto de los activos de ahorro y retiro.
Pero esta especie de telón de acero imaginario que ha generado la crisis tiene un doble efecto perverso, puesto que también cuestiona subterráneamente, y ciertamente con fundamento, el futuro y la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Los españoles tienen ante sí una Seguridad Social cuestionada, al menos en los actuales niveles de protección, y la imposibilidad de cebar bolsas privadas por falta de recursos y dudas sobre el desempeño de los mercados financieros. Ambas dudas deben ser despejadas y no hay mejor manera para ello que sacar a la economía de la crisis. Y debe hacerse con relativa rapidez, porque, de demorarlo, el gran problema estructural que tienen las finanzas públicas en España, cual es el envejecimiento, se echará encima más pronto que tarde, a juzgar por las últimas estimaciones de población actualizadas por Estadística. Recordar que prevé que en 2018, en media docena de años, habrá más defunciones que nacimientos, y el grupo de edad con más de 64 años crecerá exponencialmente, dañando la tasa de dependencia.
El sistema de pensiones necesita, porque lo ¬precisan sus cotizantes hoy y pensionistas de mañana, un buen complemento de ahorro privado. Además de garantizar rentas de retorno en la vejez más ¬acordes con la renta que los españoles tienen como activos, aliviará la presión sobre el sistema público, que podrá relajar sus niveles de generosidad (si así puede considerarse) en las prestaciones y liberar recursos para la actividad productiva.
Para ello hay que movilizar todos los instrumentos que empujen el ahorro privado, desde la fiscalidad a las facilidades en el rescate de la inversión. Si se hace, crecerán las aportaciones y los partícipes y facilitarán más competencia entre gestores, y con ella, nuevos pasos hacia la excelencia en el logro de rentabilidades y en la mesura de las comisiones. Acumular ahorro para el retiro es bueno para dar seguridad y certeza a la renta de la gente, pero es mejor para cebar la bomba del ahorro, sin la cual es muy complicado disponer de los recursos suficientes para movilizar la inversión en el grado que necesita una economía como la española. Los grandes fondos anglosajones siempre buscan seguridad, pero son determinantes para los grandes proyectos económicos. España tiene que replicar el modelo.