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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una solución creíble para Grecia

El tira y afloja público y notorio en que se ha instalado la gobernanza europea amenaza con convertir la zona euro en un territorio político estancado. Los líderes de la UE iniciaban ayer en Bruselas la cumbre del millón de euros con un objetivo muy claro -aprobar los presupuestos comunitarios para los años 2014-2020- y dos escollos a batir para lograrlo. El primero, la insistente presión británica por obtener un recorte del presupuesto y mantener la cuota de 4.000 millones de euros al año del denominado cheque británico. El segundo, la herida abierta y sangrante que Grecia constituye para una Europa que el pasado martes se limitaba a poner otro parche más al problema financiero de Atenas. En ese estado de cosas, no puede ser una sorpresa que la cumbre presupuestaria haya arrancado con los habituales prólogos de falta de entendimiento y unidad que últimamente caracterizan las reuniones de los líderes comunitarios. No en vano, las piezas, con pequeños movimientos, continúan básicamente donde estaban. A día de hoy, la falta de solvencia de Grecia y su imposibilidad de financiarse sigue siendo el gran agujero negro que impide comenzar a solucionar la crisis de deuda soberana en Europa. Las continuas necesidades de fondos europeos de la nación actúan a modo de saco sin fondo y debilitan gravemente una unión monetaria que está lejos de vivir su mejor momento. Al modo de un padre sobreprotector frente a un hijo manirroto, la solución europea para Atenas se reduce a taponar bocas de agua en espera de llegar en algún momento a un puerto seguro. Pero en un año jalonado por citas electorales -Alemania e Italia, entre ellas-, la pregunta que resulta inevitable hacer es a quién le interesa acelerar esa navegación cuando ello supone cargar con el descontento creciente de la opinión pública europea.

La canciller alemana Angela Merkel se mostraba ayer optimista al entrever una posible solución para Atenas. La canciller aboga por un ligero incremento del Fondo Europeo de Estabilización Financiera que permita a Grecia recomprar parte de su deuda soberana a bajo precio. Más allá de la diversidad de enfoques que dividen la troika y los Gobiernos comunitarios sobre la mejor respuesta a la incógnita griega, no hay duda de que ha llegado la hora de poner en marcha para el país helénico una hoja de ruta creíble, con plazos ciertos y metas razonables. Ya se articule por la vía de las quitas o por la aprobación de programas de reinversión destinados a revitalizar la economía, tanto Atenas como la propia Europa necesitan solucionar un conflicto que está dañando gravemente a ambas. A día de hoy, y mientras no se decida lo contrario, Grecia sigue siendo parte de Europa y la suerte de Europa continúa unida a la de Atenas.

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