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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Llega otro año duro para el ladrillo

El proceso de saneamiento y recapitalización de balances del sector financiero avanza conforme a lo previsto. La hoja de ruta acordada con Bruselas establece que en diciembre las entidades nacionalizadas reciban los fondos europeos necesarios para oxigenar sus balances, así como el traspaso de sus activos inmobiliarios al banco malo (Sareb) constituido a esos efectos. La puesta en marcha de esta operación de macrolimpieza del ladrillo ha sido, sin duda, condición necesaria e imprescindible para avanzar hacia el objetivo de resucitar el mercado del crédito en España y sentar las bases de recuperación del sector inmobiliario. Necesaria e imprescindible, pero no suficiente. Y es que pese a que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria es el responsable de haber precipitado y agravado vertiginosamente la crisis de nuestra economía, la enfermedad en que hoy está sumida España se extiende más allá de los límites del mercado inmobiliario. Con una tasa de paro insostenible y unas perspectivas macroeconómicas oscuras, resulta difícil vislumbrar algún atisbo de brote verde en el sector del ladrillo. Los expertos reconocen que el proceso de saneamiento de las entidades bancarias y las exigencias en materia de provisiones que ello ha traí¬do consigo han contribuido al descenso de precios de los inmuebles, pero esa caída no ha supuesto todavía una reactivación significativa de las ventas. Algo que no puede sorprender en una economía como la española, cuyo consumo interior está bajo mínimos y en la que gran parte de la población activa se siente insegura sobre la estabilidad de su futuro laboral. Por todo ello, los expertos coinciden al señalar que en materia de transacciones inmobiliarias, 2013 va a ser un año todavía más sombrío que el actual. Un diagnóstico perfectamente armonizado con las previsiones de Bruselas, que vaticina otro largo y duro año en blanco para la zona euro.

Los diagnósticos de los analistas defienden también que los descuentos en la valoración de los activos del banco malo no tienen necesariamente que traducirse en una caída de los precios de mercado, dado que la paralización del sector inmobiliario no es solo una cuestión de precio, sino también de de¬manda y de financiación. Lo segundo es difícil de negar, lo primero resulta matizable. El hecho de que la caída de las ventas en el mercado inmobiliario se deba también al hundimiento del consumo y el endurecimiento de las condiciones crediticias no implica que el precio sea un elemento accesorio en el proceso. El primer paso para ayudar al sector del ladrillo a realizar su lenta digestión es flexibilizar aún más los precios. En esa tarea las valoraciones de activos del banco malo pueden y deben desempeñar un papel clave como elemento de presión que propicie una caída similar o equivalente en los precios del mercado. Es precisamente por esa precariedad del consumo interno y por la necesidad de incentivar la inversión inmobiliaria extranjera por lo que un serio ajuste de los precios del ladrillo es hoy más necesario que nunca.

Pese a ello, el precio de la vivienda no es ni mucho menos la única palanca que activar dentro del lento proceso de recuperación del sector inmobiliario y del conjunto de la economía española. A España le queda todavía por delante un camino lleno de sacrificios hacia el doble objetivo que tiene por delante: cumplir con el equilibrio fiscal exigido por Bruselas y sentar las bases del anhelado crecimiento para crear empleo. Una senda en la que el Gobierno debe mantener el pulso de su proceso reformista con firmeza y decisión, pero también con equilibrio y con prudencia. El proceso de saneamiento y recapitalización del sector financiero -y con él la necesaria reactivación del mercado de crédito- es imprescindible para avanzar hacia la recuperación económica. Es por ello que cualquier medida que afecte a ese proceso debe valorarse cuidadosamente, como ocurre con las reformas que el Gobierno prepara, además de las ya adoptadas, para combatir el problema social que constituyen en estos momentos los desahucios. Un drama que es necesario acometer con generosidad, pero también sin perder de vista la obligación de preservar el saneamiento de una banca de la que depende el futuro crecimiento de la economía española.

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