Es urgente que el motor acelere
El sector español del automóvil es la máxima representación no solo de la industria nacional, por su capacidad de producción y el efecto impulsor de esta, sino también de la actividad exterior, por encabezar el renglón de las exportaciones. En las factorías españolas ha alcanzado cotas de productividad, calidad y flexibilidad no igualadas en casi ninguna otra parte del mundo. Eso lo saben bien las multinacionales, que una y otra vez vienen renovando su apuesta por fabricar en España. Y ese es un estándar -al que se suma la imprescindible seguridad jurídica- que no se debe perder. Porque conviene no olvidar que la capacidad de decisión sobre esas magníficas plantas no está ningún caso en España, sino en las sedes de las correspondientes multinacionales, ninguna española. Esa es una de las razones por las que es más preocupante la atonía de las ventas, nacional y en el exterior, derivada de la aguda crisis económica. Esta situación va a hacer que España, que llegó a estar entre los seis primeros productores mundiales de automóviles, abandone este año el top 10. De ahí que el plan del sector para recuperar la producción de tres millones de unidades al año sea básico. Sin caer en la trampa de las subvenciones, todos los pasos que se puedan dar para recuperar -y mejorar- las posiciones perdidas deben tener máximo respaldo.