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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Grecia llama la atención de Europa otra vez

Europa está otra vez en su propio diván para tratar de interpretar la pesadilla griega. La Administración helénica necesita ya disponer del tramo de recursos procedente del norte por valor de 31.200 millones de euros para hacer frente a sus pagos regulares, y sus socios no tomarán una decisión definitiva hasta pasado el día 20, puesto que la reunión de ayer se saldó sin una solución. De hecho, el Tesoro de Atenas tuvo que captar en el mercado más de 4.000 millones de euros en emisiones a uno y dos meses para hacer efectivos su pagos del viernes, que supondrán 5.000 millones de euros.

El Ejecutivo griego ha planteado que no tiene margen para cumplir con el objetivo fiscal marcado por la troika de acreedores (UE, BCE y FMI) en 2014 y reclama dos años más, ante la imposibilidad de cerrar la brecha fiscal con un crecimiento económico inexistente. La UE aceptará la prórroga en los objetivos, porque no tiene otra salida. Pero no será gratis ni para los griegos ni para los acreedores. El Gobierno ya ha presentado nuevos planes de recorte a funcionarios y pensionistas, así como al programa de inversiones, con riesgo de ruptura de la coalición que gobierna, y los socios tendrán que buscar fórmulas adicionales para generar el margen que permita la prórroga. Se trata de más de 30.000 millones en los cuatro próximos años y nadie quiere hacer un desembolso efectivo de cantidad alguna, y los prestamistas privados ya encajaron una quita en su día para reducir la deuda desde el 200% del PIB al 120% en 2020.

Las fórmulas imaginativas de las que el propio Schauble habla son solo arreglos temporales, que serán engullidos por la crisis si Grecia no logra tres cosas que hoy parecen imposibles: restablecer la confianza de los mercados financieros para captar recursos por sus medios, reducir el déficit por métodos naturales (sin quitas) y recomponer el crecimiento económico. Para lograrlo, la ciudadanía y la Administración griegas tienen que hacer un esfuerzo adicional al ya realizado; pero tiene que ir acompañado de la seguridad que hoy solo pueden garantizarle sus socios de que habrá recompensa en forma de crecimiento.

La situación griega es desde hace mucho tiempo un obstáculo para la visibilidad del proyecto euro, que no ayuda a solucionar las dificultades de otros países como España. Pero Europa está cayendo en el complaciente modelo de gobernarlo como una enfermedad que sanará a larguísimo plazo. Y quizá ha llegado la hora de hacer un planteamiento más acelerado, en el que, en vez de manejar fechas, se manejen otras decisiones para que aquellas sean creíbles. Grecia no está ya para más experimentaciones de esfuerzo; y si no hay disposición de los acreedores a nuevas quitas, el presupuesto comunitario, pese a su delgadez, debe priorizar programas de inversión que reanimen con éxito la economía griega. La recomposición fiscal vendrá después.

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