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Tribuna
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Berlín y el rapto de Europa

Los resultados de la cumbre de la pasada semana han significado, finalmente, el retorno del control alemán de los tiempos y de la dirección del proceso de solución de la crisis. Lejos queda ya junio, cuando Rajoy, Monti y Hollande presumían de haber derrotado a Merkel. Parecía que los países del sur, liderados ahora por Francia, recuperaban la iniciativa. Y si bien Hollande no había conseguido imponer su propuesta de relanzamiento económico, si se destacaba el acuerdo sobre el uso de los fondos del MEDE para recapitalizar la banca con problemas y, en especial, el que esa recapitalización pudiera ser directa, sin aumentar la deuda pública de los países en crisis. El que Alemania hubiera condicionado este acuerdo a que se pusiera en marcha la primera fase de la unión bancaria, es decir, que el BCE asumiera las competencias de control y supervisión de las instituciones financieras del área del euro, parecía entonces un tema menor.

Los acontecimientos posteriores son ya conocidos. Primero, tira y afloja sobre qué bancos iban a ser controlados por el BCE; después, propuesta nórdica (Alemania, Finlandia y Holanda) de que la recapitalización directa sería sólo para futuras crisis. Finalmente, el acuerdo de la pasada semana, es decir, retraso de la unión bancaria a principios de 2014.

Quiere ello decir que la deuda pública española, cuyo importe se prevé alcance la friolera del 90% del PIB a finales de 2013, se verá aumentada en los 40.000 millones de euros del rescate que demandará el Frob al MEDE, y los que sean precisos para cerrar la reestructuración de nuestro sistema financiero. Es decir, de forma inexorable nos vamos acercando al 100% de deuda pública.

¿Cómo hay que evaluar este duro proceso? La lectura del rigor germano sólo es una: no tiene el convencimiento que España esté haciendo lo necesario para afrontar los problemas que encara. Y como este convencimiento no existe, no está dispuesta a financiar, con cargo a sus contribuyentes, la parte alícuota que le correspondería del crédito del MEDE.

Pero en esta última cumbre, hay más. Dos aspectos me parecen especialmente relevantes. El primero, la propuesta, de Wolfgang Schaüble, de reforzar substancialmente los poderes del Comisario de Economía, que podría vetar los presupuestos del país que no cumpliera lo acordado. Es decir, que tendría la capacidad de devolver a los parlamentos nacionales una propuesta inadecuada, sin el acuerdo con el resto de comisarios,. ¿Embrión de un ministro de Hacienda europeo? Pues si.

El segundo aspecto a destacar, esta vez procedente de Van Rompuy pero con el beneplácito alemán, es el de la constitución de un segundo presupuesto de la UE, un presupuesto anticrisis, que se nutriría de contribuciones de cada país procedentes de los momentos de expansión y del que saldrían recursos para aquellos países en fases de recesión. La constatación de que la diversidad económica de la UE, con fases cíclicas diversas en los distintos países, hace necesario la existencia de un seguro que evite que un país en recesión se vea obligado, como nos está pasando hoy a nosotros, a acentuar su crisis con el rigor fiscal. El que, a lo largo del ciclo, las contribuciones deberían igualar las aportaciones evita las transferencias entre estados y tranquiliza a Alemania, que exige esta condición.

Como puede comprobarse, una cumbre que va mucho más allá de lo esperado. Porque, a pesar de que no satisface a España, el que finalmente se haya lanzado el proceso de unión bancaria, con plazos determinados, con toda la banca europea sujeta a control del BCE, es un hito histórico que marcará el futuro del euro, y que despeja, como pocas medidas, la incógnita de si la divisa común iba a superar la crisis. Sumada al compact fiscal aprobado el pasado febrero, dibuja una perspectiva de unión monetaria complementada con la bancaria y la fiscal, aspectos imprescindibles de toda unión monetaria exitosa. Si a ello se le añade creación del MEDE y las dos propuestas de esta cumbre, que todavía están encima de la mesa pendientes de aprobación, hay que convenir que se está avanzando de forma muy substancial en el rediseño de la gobernanza euro.

El coste político de estos avances es el imparable dominio alemán en el dibujo del futuro del área. He dicho a menudo que de esta crisis o saldremos mal o saldremos más alemanes. Vamos en esta dirección. Es un nuevo rapto de Europa. Pero el futuro que anuncia, la unión política en el horizonte, es esperanzador.

Josep Oliver Catedrático de Economía Alplicada (UAB)

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