Deuda y margen empresarial, culpables del déficit
España es el país de la Unión Europea donde más han caído los ingresos fiscales con la crisis, y aún este año, tras las subidas de septiembre, estarán por debajo de los registros de 1995. Además de la fuerte caída de la actividad, el fraude de los agentes económicos está detrás. Incluso la Administración admite que las empresas utilizan los impuestos no pagados como margen del negocio. No ven otra explicación a la fuerte caída de Sociedades y de IVA.
Los ingresos fiscales registrados de media por las países de la Unión Europea se han movido siempre en una horquilla que oscilaba entre el 45% del PIB y el 47% del PIB; eso es al menos lo que ha ocurrido en los últimos quince años. Únicamente con la aguda crisis económica de 2009 y 2010 descendieron, pero muy ligerísimamente, por debajo de ese umbral. Este mismo año los ingresos fiscales medidos como participación del PIB superarán ya el 46%.
Pero España es aquí también muy diferente. Siempre ha existido una brecha muy importante en presión fiscal efectiva (la realmente soportada y no la marcada por las normas tributarias) con la Unión Europea. Así en 2007, el mejor año de cuantos se recuerdan en España en términos de recaudación, solo aportaron los españoles a las arcas de su Estado (todas las administraciones) un 41,1% del PIB, nada menos que cuatro puntos largos de desfase, nada menos que 40.000 millones de euros, nada menos que la mitad del déficit del año pasado.
De hecho, en algunos impuestos los ingresos relativos de España son los más bajos de la Union Europea pese a tener tipos impositivos iguales o superiores. Es el caso del IVA, por el que España ingresa menos que Grecia, por ejemplo, que pasa por ser el país en el que el aparataje del Estado es el más endeble de Europa y la sensibilidad fiscal de sus habiltantes la más devaluada.
En la Administración española culpan de este desajuste en los ingresos (cayeron del 41,1% del PIB en 2007 al 35,1% en 2009 y en tal umbral se mantuvieron en 2011) al acusado déficit corriente en las etapas de bonanza, con un gran recurso a la importación de bienes y servicios, y al endeudamiento de los agentes económicos ahora, una circunstancia que desencadena el fraude como mecanismo de defensa de la situación económica particular.
En concreto la Administracioón estima que las fuertes caídas de la recaudación por IVA y Sociedades se debe al efecto del endeudamiento elevado, que empuja a las empresas a refugiarse en el fraude para defender sus márgenes de negocio. Primero paga la deuda puesto que atender a las exigencias bancarias es prioritario, después a sus trabajadores, después a sus proveedores, y, por último, si quedan recursos, a Hacienda. De tal forma lo creen que estiman que España no recuperará los niveles de ingresos fiscales que tenía antes de la crisis hasta que no se resuelva al alto endeudamiento que tienen las empresas fundamentalmente, y en segundo lugar los particulares.
Es cierto que el desplome tributario ha estado también magnificado por el derrumbre del negocio inmobiliario, que daba de comer a todas y cada una de las insaciables bocas de la Hacienda Nacional: Estado, comunidades y ayuntamientos. El IVA es el mejor ejemplo de derrumbe de los ingreses por el hecho de que en los últimos años apenas se venden casas nuevas.
Si el sistema tributario español funcionase sin fraude, y los tipos fuesen homogéneos a los de los socios, podría ingresarse tanto porcentaje sobre PIB como la Unión, ese 46%. Con tales ingresos, que no es ni más ni menos que casi diez puntos más, casi 100.000 millones de euros más, España estaría en superávit fiscal, y habría detenido ya el crecimiento infernal de su deuda pública, y la financiación sería baratita y la economía crecería.
Eso sí, si los agentes privados aportasen diez puntos más de PIB, serían 100.000 millones de renta disponible menos para consumo e inversión de hogares y empresas, y seguramente también se resentiría el crecimiento económico. Lo que si parece incontestable es que en los buenos tiempos, en los mejores tiempos, España ingresa cuatro puntos largos menos que Europa, y debe corregirse, porque ahí está el quid de la cuestión. Severidad inspectora y conciencia fiscal. A cada cual lo que sea de cada cual, y a componer el margen de los negocios con los precios y los costes y no con los impuestos. Si todos pagan, pagaremos menos.