La imagen de España es tarea de todos
La celebración del seminario sobre la gestión de la marca país que ayer reunió en Madrid a expertos españoles e internacionales ha puesto de manifiesto el hecho -evidente para cualquiera que haga el simple ejercicio de consultar de vez en cuando medios de comunicación internacionales- de que la marca España vive una crisis de magnitud paralela a la de nuestra economía. Como reconoció durante la inauguración del seminario el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, la imagen que hoy transmite la prensa internacional sobre España "no es buena" y "no se corresponde con la realidad". Un desfase que, como bien recordó Margallo, no es gratis, sino que condiciona y determina aspectos tan vitales y de tanta importancia para la economía española como la atracción de inversiones internacionales, la compra de deuda soberana o la apertura de nuevas posibilidades de negocio para las empresas españolas en el exterior.
Todo ello implica, en primer lugar, que el proyecto Marca España -que se impulsó en octubre de 2002 a iniciativa del Instituto de Comercio Exterior (Icex), el Real Instituto Elcano, el Foro de Marcas Renombradas Españolas y la Asociación de Directivos de Comunicación- tiene ante sí la titánica tarea de capitanear la restauración de la imagen internacional de nuestro país. Pero también supone, dada la importancia estratégica y económica que tiene esa labor para nuestro futuro, que el peso de esa función no puede recaer en un único organismo, por bien organizado y bien dirigido que esté. Tal y como recordó el ministro de Asuntos Exteriores en su discurso inaugural, corregir la mala percepción que tienen de España los inversores, consumidores, empresas y opinión pública de otros países no es un proyecto de Gobierno, ni siquiera de Estado, "sino que es un proyecto de país", y como tal debe ser abordado.
En la enumeración de activos disponibles a contribuir a esa labor, Margallo destacó la labor del Gobierno, la Corona y las Fuerzas Armadas, en colaboración evidente con las empresas españolas que operan fuera de nuestras fronteras. No hay duda de que el éxito de esas compañías constituye la acreditación de primera línea sobre el potencial de nuestro país. Precisamente por ello, y más allá de los seminarios y eventos sobre la gestión de la marca país -necesarios, pero insuficientes- la gran tarea del Gobierno en estos momentos es poner toda la maquinaria diplomática e institucional de España al servicio de la promoción de nuestras empresas y nuestra imagen en el exterior. Una asignatura que no solo resulta fundamental, sino -y sobre todo- urgente dada la profunda crisis en que está inmerso el país.