Un plan de choque para la industria
Acuciados por el descenso en picado no solo de las ventas sino también de las previsiones de producción, los fabricantes de automóviles españoles han iniciado contactos con el Gobierno para negociar la puesta en marcha de un plan industrial que ayude a poner coto a esa imparable caída productiva y siente las bases de una recuperación sostenible. Tras haber rebajado ya a finales de julio en unas 100.000 unidades las previsiones de producción para este año, la patronal ha vuelto a rebajar la cifra en otros 100.000 vehículos. Según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), ello implica que España cerrará este año con una cifra de montaje de 1,95 millones, 425.000 menos que en 2011, una caída del 18%. En contraste con esos números, a mediados de la década pasada la industria española del automóvil sacaba al mercado tres millones de flamantes unidades cada año. Una cifra añorada que se ha convertido en objetivo del plan de recuperación y ha dado nombre a la estrategia que Anfac quiere proponer a la Administración para insuflar oxígeno a una producción que mengua cada día. El proyecto, que los fabricantes comenzarán a explicar al Ejecutivo esta semana, no se circunscribe solo al sector del motor, sino que aspira a tener carácter transversal y abarcar otras áreas industriales. Se trata de un enfoque inteligente y acertado, dado que el futuro de cada área de mercado depende muy directamente de la potencia y competitividad de todo el conjunto del tejido industrial. Entre las medidas que se incluyen en la estrategia figuran reformas logísticas, productivas y energéticas.
La idea de diseñar un plan dirigido a elevar de modo estructural la competitividad del sector secundario español es una vieja reivindicación pendiente de cuajar. También desde las filas del actual Gobierno el ministro del ramo, José Manuel Soria, ha insistido en la necesidad de reordenar e impulsar la industria española con el objetivo de que gane peso en su aportación al PIB. Se trata sin duda de una tarea ambiciosa y compleja, como complejos son los problemas en el sector industrial, pero cuya puesta en marcha es extremadamente urgente.
El exceso de atomización del tejido empresarial, el déficit de la inversión en investigación e innovación, la necesidad de actualizar la tecnología en numerosos ámbitos, los costes energéticos o el exceso de dependencia respecto a las patentes extranjeras son algunas de los patologías que aquejan a la industria en nuestro país. Como resultado de ese cóctel de deficiencias, los productos españoles resultan menos competitivos y, sobre todo, más caros. Un círculo vicioso que España, con el Ejecutivo en primera línea, debe romper cuanto antes si quiere sentar las bases de un nuevo modelo productivo de cara al futuro.