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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La otra factura de la reforma financiera

El draconiano proceso de ajuste que está viviendo el sector bancario español todavía no ha llegado a su fin. Los sindicatos calculan que una vez finalizada en su totalidad la reforma financiera, tras la inyección de fondos europeos que necesitarán aquellas entidades más débiles y la conclusión del proceso de recapitalización, los bancos vinculados a las cajas de ahorros deberán prescindir de otros 20.000 puestos de trabajo. Una cifra de despidos idéntica a la realizada por estas entidades desde que comenzó la crisis y que se une a los 10.000 empleos que el proceso de reestructuración ha destruido hasta ahora en el sector bancario. En total, una factura conjunta de 50.000 empleos.

Esta segunda vuelta de tuerca en la reordenación de la banca española se iniciará una vez que la consultora Oliver Wyman publique, está previsto que el próximo viernes, los resultados individualizados de solvencia de cada una de las entidades que operan en España. Ese nuevo retrato, que el Gobierno insiste en que no obligará a solicitar a Bruselas más de 60.000 millones de euros, determinará el alcance de las nuevas medidas de ajuste que Europa impondrá a aquellas entidades que necesiten ayudas públicas. Una purga amarga, dura y obligada, que incluirá más recortes de personal, el cierre de más oficinas bancarias y nuevas ventas de activos, entre los que figuran potencialmente las participaciones industriales que tenga cada una de las entidades en cartera.

La pérdida de capital humano que todo este proceso ha supuesto para las cajas de ahorros desde 2008 equivale a algo más de un 16% del total. Es cierto que la severidad de este recorte no se explica únicamente por las exigencias de la coyuntura económica actual, sino también por el hecho de que las cajas, en su gran mayoría, no acometieron en su día el fuerte proceso de reestructuración que casi todos los bancos abordaron ya hace más de una década. A esa circunstancia hay que sumar las notables diferencias en materia de solvencia entre ambos tipos de entidades -plasmadas en los sucesivos test de estrés que se han realizado en el sector financiero-, así como de eficiencia en la gestión y de sobredimensionamiento en redes de oficinas, factores todos ellos que explican esta dramática sangría de personal que se está produciendo en las cajas de ahorros.

Entidades como Sabadell con CAM, BBVA con Unnim o CaixaBank con Banca Cívica ya han iniciado esos procesos de ajuste. Unos recortes cuyo coste económico será sustancialmente menor que en otras ocasiones por efecto de la reforma laboral. No ocurrirá lo mismo con el coste y el drama social, cuya severidad no podrá ser suavizada mediante la tradicional herramienta de las prejubilaciones, dado que en la banca del siglo XXI los trabajadores mayores de 55 años suelen ser ya una rara excepción.

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