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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Presupuesto de 2013 es el verdadero MoU

La presión política al presidente del Gobierno para que pida la ayuda financiera que el fondo de rescate y el Banco Central Europeo le han ofrecido, por supuesto que con condiciones, es creciente, aunque la financiera se manifieste de forma más moderada. El mercado está consolidando unos niveles en las rentabilidades de los bonos más soportables que los de hace unos meses, e incluso las empresas han aprovechado la relajación para salir al mercado a captar financiación a precios asumibles. Pero en absoluto se ha resuelto el problema, como desde el Gobierno se ha insinuado en alguna ocasión, en la que ha llegado a descartarse la necesidad de solicitar la ayuda directa de los organismos comunitarios. La prima de riesgo sigue siendo demasiado alta para financiar al Estado y a los organismos subsidiarios (regiones, ayuntamientos y organismos financieros) y, por ende, demasiado alta para financiar a la banca y para inyectar recursos en las empresas, con dificultad creciente a medida que desciende su tamaño.

Y tanto la presión política existente como la empresarial pretenden corregir precisamente esta dificultad, que, de mantenerse mucho tiempo, puede echar a perder también el año 2013 a efectos de crecimiento de la economía. Los escenarios dibujados por la CEOE, por ejemplo, apuntan precisamente en esa dirección, y aun manteniendo la corrección en sus mensajes, no disimula que la petición de ayuda o rescate es inevitable y, como tal, cuando antes se resuelva, antes se despejarán las dudas para la financiación tanto de las instituciones públicas como para la banca y la empresa.

Rajoy, sin embargo, sigue con sus cálculos políticos, aunque disponga también de un argumentario económico realista para aplazar la petición de ayuda. Como ya hiciera en invierno retrasando la presentación del presupuesto hasta las elecciones andaluzas, ahora parece tener como objetivo retener Galicia y por ello quiere evitar en la medida de lo posible cualquier contagio del episodio rescate. Pero si a la presión política se uniese la de los mercados financieros, no hay cálculo político que valga y habría que pedir la intervención inmediata de fondo de rescate y BCE para colocar la financiación de España en un coste asequible.

Mientras tanto, España tiene que asegurarse bien tanto de las condiciones reales de ayuda por parte del fondo de rescate y del BCE como de las contrapartidas que debe aportar y que deberían estar todas ellas incluidas ya en el programa de reformas que aprobará el próximo jueves y en el proyecto de Presupuesto de 2013, también cerrado este mismo mes. Esas dos piezas son el verdadero memorando de entendimiento del Gobierno de España con la UE para los próximos 30 meses, esos en los que tiene que llevar el déficit fiscal hasta el 3% de forma inequívoca. La gran condicionalidad para España es ese umbral, y todos los colocados en los puntos intermedios: 6,3% de déficit este año y 4,5% en 2013, sin desviación alguna. Para lograrlo, tal y como está la actividad económica, el Gobierno tiene que echar mano de los gastos públicos. Los ingresos están bajos mínimos y a duras penas aportan lo exigido tras las subidas en todas las figuras, como IRPF o IVA. Por ello son los gastos quienes tienen que soportar la carga de la prueba, y reducir, a la vez, la necesidad de financiación. Por ello el Gobierno debe prepararse para nuevas reducciones de gasto, y seguramente para admitir la congelación de las pensiones para 2013, o bien evitar el pago de la desviación de este año por al avance de la inflación, que podría costar 4.000 millones.

Para 2013 el Gobierno ya tiene dibujado el marco fiscal y tiene planificada la aportación de las subidas de impuestos. Pero tiene que cuantificar qué programas de gasto recorta y cómo le da continuidad en ejercicios futuros, en los que la exigencia de consolidación se mantiene. Así, además de los recortes en inversión, deberá apurar los programas sanitarios y educativos en las regiones, y seguramente adelantar buena parte de las medidas en materia de pensiones que suponen ahorros adicionales. Y en paralelo, para estimular el crecimiento aun sin recursos financieros, debe acelerar todas las reformas para recuperar la confianza de los inversores, financiadores y emprendedores. La consolidación permanente a machamartillo no es posible. Hay que darle respiro al crecimiento para que haga la mitad del trabajo.

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