El Tesoro recupera confianza
El Tesoro volvió ayer al mercado financiero en busca de financiación y tuvo buena acogida por parte de los compradores de deuda, despejando los temores que en los últimos meses colocaban al emisor español en situación de estrés cada vez que necesitaba dinero. Aunque ya esta misma semana había tenido un contacto con las salas de contratación, ayer tenía que testar la sensibilidad del dinero con las emisiones a largo plazo tras la decisión del BCE, aún no ejecutada, de comprar sin límite bonos de los países con problemas de financiación. Y era especialmente importante la cita porque los bonos a 10 años no están precisamente entre los que el Banco Central Europeo ha decidido comprar en el mercado secundario, pero sí determinan el nivel del coste de la financiación. Y ese coste, pese a que la subasta ha tenido un resultado muy satisfactorio para el emisor español, se ha endurecido tras la subasta, si bien es justo reconocer que algo habrá tenido que ver en ello el desencuentro político entre el presidente Rajoy y el líder catalán Artur Mas, que puede derivar en una crisis política de desconocidas consecuencias para España.
Pero la subasta en el mercado primario para captar 4.500 millones de euros (finalmente la emisión llegó a 4.800 por la presión de la demanda y la rentabilidad) tuvo señales que hasta ahora no se habían detectado, y que seguramente tienen que ver con el cambio de estrategia de la Unión Europea acerca de los rescates y la nueva posición expansiva del Banco Central Europeo. Más allá de los tipos a los que se cerraron las operaciones, tanto en los tres como en los diez años en los mínimos desde el mes de abril, se registró una presencia muy fuerte de inversores extranjeros, que desde la primavera habían desaparecido de las mesas de subastas. Puede que estuviesen concentradas en los tramos cortos, esos que tienen ya una especie de seguro de garantía con las intervenciones del BCE, cuando se produzcan; pero lo cierto es que la tendencia de repudio de los títulos españoles en el mercado primario ha sido superada.
Ahora hay que consolidar de nuevo la presencia de inversores extranjeros, puesto que la economía española, tanto el Tesoro como las empresas y la banca, tiene una inexcusable dependencia de la financiación exterior. Y para ello quedan pocas alternativas que no sea la petición de ayuda por parte del Gobierno, para que tanto la cantidad de liquidez como el precio de la misma se muevan en valores asumibles por España. Los tipos de interés actuales no son soportables y deben ser domeñados por el BCE y los socios europeos mientras la economía española recupera la confianza, estabilizando sus cuentas públicas y reformando los mercados para sanear la economía y recuperar un potencial de crecimiento con la envergadura suficiente como para avivar el empleo.